Aunque el mal tiempo obligó a su suspensión definitiva, el encuentro chamamecero en el Anfiteatro “Cocomarola” sin dudas dio y dará que hablar. Más de 50.000 personas presenciaron este espectáculo en el predio, pero fue mucha la que lo vio por televisión e Internet. En esta nota, algunos datos para guardar y otros para recordar.
Mario Bofill, el artista más aplaudido en las cuatro noches de la XX Fiesta Nacional del Chamamé.
Más allá de los acordes musicales que deja la recientemente concretada Fiesta Nacional del Chamamé y del Mercosur, están otras cuestiones que hacen a la valoración de este encuentro y que escapan al esquema estructural escénico y meramente artístico. “Chamamé, una pasión”, tal el slogan publicitario que se esparció por el país y el mundo, fue indudablemente un estallido de sensaciones dignas de destacar y de guardar en lo que hace a la edición 2010.
Mientras se espera acortar el tiempo de preparativos hasta el nuevo año (se habla de una edición de una semana entre el 10 y el 17 de enero), los comentarios siguen suscitando una puntuación altamente positiva en cuanto a organización general.
El hecho de recibir un promedio de 12.000 personas por noche en las cuatro concretadas, remite a la jerarquía de este evento que por primera vez se transmitió en directo por un canal nacional (el 7), dando un giro circular al proyecto que ya tenía cabida en los países del Mercosur a través de sus representantes artísticos.
En el año del Bicentenario Patrio, Corrientes mostró su patrimonio exclusivo (el chamamé) y lo compartió a manos llenas, tal se debe compensar la preferencia de una platea internacional que en el Cocomarola, por te-levisión o vía Internet, dijo presente.
Entre las particularidades para destacar como innovadoras en esta fiesta, se señala la invitación a compartir el escenario propuesta por algunos artistas hacia sus colegas. Así lo hizo el “Chango” Spasiuk, que invitó a Gabriel Cocomarola ejecutando el bandoneón que fuera de su abuelo don Tránsito; las brasileras de Barra da Saia invitaron a los Balestra (de Fuelles Correntinos) y Gicela Méndez Ribeiro; Las Hermanas Vera hicieron lo propio con el Bahiano; Los Alonsitos cantaron a dúo con Soledad, que a su vez invitó a su hermana Natalia y a Julio Cáceres (de los Imaguaré) para las glosas.
Antonio Tarragó Ros hizo “dueto” de acordeones con Juancito Güenaga (que tenía el acordeón azul de Tarragó padre); Paraná Canto y Eustaquio “Papi” Miño subieron la poesía de la mano de Juan Carlos Jensen.

El gesto fue aplaudido y se tornó un condimento esperado y por tanto, repetido.
No por repetida es tomada la visita de Raúl Ripa a esta provincia, desde su Córdoba natal donde reside o de Buenos Aires, donde desarrolla su tarea profesional. Se cuenta y se sabe a ciencia cierta que siendo funcionario en Corrientes (Ministro de Gobierno, principiando el año 2000), fue a la localidad de Mburucuyá como espectador de la Fiesta del Auténtico Chamamé Tradicional y allí escuchó a don Salvador Miqueri. Fue este el inicio de una grata amistad que a la fecha continúa e incluye por tanto los viajes “re-lámpagos” que Ripa realiza a cuanta celebra-ción tenga en su grilla artística el nombre del mburucuyano. No sólo acompaña, también escribe y detalla, con pluma de calidad, lo que sucede en el escenario. Corresponsal de esta tierra que sin dudas lo “empayesó”, más que una visita, ya obtuvo su “carta de ciudadanía” correntina.
Llama la atención el porcentaje de jóvenes que de manera ascendente ingresa al predio festivalero y sigue a pie juntillas cada interpretación con conocimiento cabal de música y letra. Una cuestión de preferencia que ayu-dó a fomentar Marito Bofill con su taquillero tema “Estudiante del interior”. Los de Ima-guaré con “Avío del alma”, los versos del cu-ra Julián Zini y otro tanto de Teresa Parodi, sugieren este camino que señala a la juventud para tomar la posta y continuar con la misión de difundir el chamamé.
Si bien el tiempo fue adverso para la Bailanta Chamamecera que se preparó en el Puente Pexoa, la gente quiere bailar, aunque la pista (única y cercada) frente al escenario “Osvaldo Sosa Cordero” es la única opción posible. La sugerencia de peñas en las inmediaciones del barrio de las Mil y acortar el horario de actuación de los grupos y solistas, es un dato a tener en cuenta como complemento de esta fiesta.

Los temas más escuchados
“Kilómetro 11”, “Bajo el cielo de Mantilla”, “Puerto Tirol” y “Estancia San Blas”, fueron algunos de los temas seleccionados por solistas o conjuntos para el repertorio en la fiesta. Los clásicos siguen vigentes y a decir verdad, hay muy poca letra innovadora. La gente corea su preferencia y no duda en pedir “Apurate José” a Teresa, “Cantalicio” a Marito, “Don Gualberto” a Tarragó y “Tren expreso” a Raulito Barboza. Algo pa-recido a lo que sucede cuando el grito de Marcelo Roselli Majul anuncia que “Los Alonsitos” harán “Mi ponchillo colorado”.
Ramona Galarza no puede irse sin cantar “Kilómetro 11”, tema considerado el Himno de Corrientes y referente de esta música en el mundo. No está de más recordar que este tema lleva música de Mario del Tránsito Co-comarola y letra de Costante Aguer; que en nada guarda relación la historia del desperfecto ocurrido al auto del taitá en una gira artística con la de amor que escribió Aguer. Pero a esta altura, el imaginario popular las identifica juntas y rescriben la situación.
Altamente emotiva es “Bajo el cielo de Mantilla”, con letra de Teresa Parodi y música de Mateo Villalba. Cuando el recitado prepara la garganta del músico, ya la emoción se ha subido a los ojos expectantes de la gen-te. Alguien habrá que conozca Mantilla, pero más serán los que, ignorando su ubicación geográfica, la sientan como propia al recordar su pueblo natal.
“Es tan claro ese cielo de Mantilla”, dice la poesía fuerte y sentida de quien se ha ido y regresa al sitio de partida, a través de la m-moria que no olvida.
Heraclio Pérez y Marcos Ramírez escribieron letra y música de “Puerto Tirol”, una tonada chaqueña que tiene partitura desde 1936. “En el año 1906, la familia del poeta He-raclio Pérez se afinca en el entonces Terri-torio Nacional del Chaco, recién formado con la población de Puerto Tirol; el joven trabaja en una fábrica y entabla amistad con Marcos, oriundo de Empedrado (Corrien-tes), quien vive a siete kilómetros, en Jalón”, escribía el profesor Emilio Noya para su página de “Historiando Cantares”. Ocho obras compuso la dupla, entre ellas “Puerto Tirol”, para no dejar pasar aquello de “Tirol pueblito querido/ rinconcito abandonado/ evocando mi pasado/ yo jamás te olvidaré”. Dicen también que Ramírez, aquejado luego por el mal de parkinson que le impide ejecutar el instrumento, hacía música con una ho-ja de naranjo que sopla trabajosamente pero con ingenio. Una linda historia para tener en cuenta cada vez que la tonadita se aproxima.
El chamamé de Pedro Sánchez y don Ernesto Montiel fue grabado por el Cuarteto Santa Ana que dirigía el compositor. A falta de datos que prolonguen este comentario, fue el profesor Enrique Piñeyro quien apor-tó la referencia del nombre. “Era de una estancia correntina propiedad de unos colonos, ubicada entre San Luis del Palmar y Herlitzka. Allí había un oratorio a San Blas, patrono de las gargantas saludables y en la década del ‘40, Montiel escribe y luego graba en dos oportunidades su célebre ‘Estancia San Blas’”.
El profesor engrosa la lista de preferidos recordando que también fue muy repetido “Sargento Cabral” (por Ramona, Soledad y Ofelia), tema compuesto por el poeta mercedeño Carlos Alberto Castellán en letra y Pedro Sánchez en la música.

Fuente: Diario El Litoral

Imágenes exclusivas de María Virginia Rojas para www.corrienteschamame.com y la Revista Corrientes es Chamamé

Muy pronto todas las galerías, todos los artistas