Sábado, 23 de Noviembre de 2024
Un chamamé con perfume de mujer en la XIX edición de la Fiesta Nacional
Viernes, 20 de febrero de 2009
Un chamamé con perfume de mujer en la XIX edición de la Fiesta Nacional



Nada se puede sin ellas, que ganan legítimo espacio con denuedo y talento. Por eso, las musas, intérpretes y damas de baile de la música litoraleña se convirtieron en protagonistas del festejo chamamecero más grande del país. Crónica de las noches dedicadas al canto regional.Nos dan la vida, educándonos para crecer. Nos acompañan, miman y comprenden. Nos ayudan responsable y alegremente a afrontar cada día con sus problemas. Nada se puede sin ellas que ganan legítimo espacio con denuedo y talento. No podía ser una excepción en el chamamé, por ser expresión genuina de la cultura de un pueblo generoso y agradecido. La XIXº Fiesta Nacional lo destacó y todo su desarrollo fue un merecido homenaje, materializado en la distinción entregada a Ramona Galarza, una de sus voces pioneras que engalanó el afiche del exitoso evento, donde se recordó a Lidia Catterino. La soprano Elena Godoy evocó a la Lunita de Taragüí que le ganó la partida a la esperada lluvia, que tampoco tardó en llegar. Nada imidió que la gente siguiera ingresando al predio y temprano se agotaran las entradas en los locales céntricos.


Mientras Maricar Galarza deslizaba sus pasos de baile en el tributo a su padre con Volver en guitarra, su hermana Liliana y Rosita su madre, desgarraban con su emoción. Mercedes de los Ángeles Barrios se sumó al recuerdo de Modesto, el bandoneonista del romántico conjunto.
La afiatada organización las tuvo como protagonistas y con esmero nos hicieron sentir cómodos, aún cuando la masividad parecía desbordar el Anfiteatro Cocomarola. Así son, espontáneas y cálidas. Sara, Elizabeth, Alejandra, Olga, Laura, por nombrar injustamente solamente a algunas de quienes trajinaron para recibirnos con delicadeza y paciencia, integrantes del equipo capitaneado con el Subsecretario Carlos Lezcano, dependiente de la Ministra María Virginia Almará, dignas de encomio. En ese rango destaco lo logrado por la Intendente de Riachuelo Ingrid Jetter y el gobierno de la provincia, donde una multitud confirmó el acierto de la Bailanta del Puente Pesoa. Allí, la bailarina paraguaya Diana danzó con doce botellas sobre su cabeza, otras representaban Ñandutí y el baile con una vasija; Isabel Cocomarola condujo al prestigioso elenco de su Fundación; el grupo Oro Puro musiqueó con una acordeonista y dos guitarristas y Pilarcita, Daniela del Pilar Acosta de 10 años, pulsó la cordeona de dos hileras. En el tinglado, "la polaca" Alexandra Borda Veloso y Arminda Duarte oficiaron de presentadoras, como en el embanderado escenario Osvaldo Sosa Cordero, donde tal responsabilidad le cupo a Miriam Fleitas, mientras Rita Sosa Cordero aplaudía desde la platea.


Bajo un centenar de luminarias, Nelly Romero fue su primera voz, cantando Bienvenido forastero con la Orquesta Folklórica de Corrientes, tras el ballet oficial codirigido por la coreógrafa Mercedes DAvis, con veinticinco damas danzando como paisanas aladas. Otras tantas lo hicieron en el ballet Nuestras Raíces, con Teresa Parodi acortinando con su comprometida poesía, uno de cuyos temas Pájaro del río, inspira el nombre de la publicación especial coredactada por Ángeles DAveta. La otra revista, que circuló durante las cuatro esplendentes noches, también muy prolija y finamente impresa es Corrientes Chamamé, dirigida por Silvia Muñoz Velcheff, titular de la Fundación que posee un enriquecedor sitio en la web.
Carolina Vidarte fue la primer exponente seleccionada en Curuzú Cuatiá, una de las doce sub-sedes bajo supervisión de Margarita Mambrín.
Teresa, Ramona, Ofelia Leiva, María Ofelia, Miriam Asuad, Belén Sánchez y las también distinguidas Boni y Rafaela Vera con Marcela Morelo como invitada cantando Mis noches sin ti de María Teresa Márquez, ratificaron su aptitud artística y Gicela Méndez Ribeiro con La Magia que habita en cualquier chamamé, sedujo con su dulce entonación.


La Fundación Curuzucuateña, con la batuta de Aldy Balestra y la participación de Pelusa Canteros, Wally García, Jorge Güenaga, Rommy Espinoza, Carozo Gutiérrez y Jorge Aguerre, plasmó una exquisita iniciativa ofreciendo su eximio marco musical a Irma Solís (Amor supremo), Lorena Larrea (Carta a la abuela Emilia), Nacha Roldán Canción para Verónica), Marci Romero (Campana de palo), Belén Majul (Pisa que pisa mazamorrera), Nélida Argentina Zenón (Ramona Rosa Vallejos), María Laura (Virgencita de Itatí), Susy De Pompert (Naranjerita) y su agraciada hija Florencia (Dominga lavandera), quien competirá en el Festival de Cosquín, como las jovencitas del ballet Litoral.
Sara Colque cantó Galopera en Ipú Porá; Rosita Leiva con Julián Zini en el conjunto Neike Chamigo; Maura Sebastián junto a Mateo Villalba, Pelusa Ramírez en el Trío Cristal. La Pepa no faltó en el recital de Mario Bofill; Marily Morales Segovia en el repertorio de Canto Vital y la holandesa Helen en el contrabajo del grupo de Chango Spasiuk. La delegación de Itapúa presentó varias muchachitas, una de ellas Natalia, con su arpa india interpretó Ángela Rosa. Shana Müller vino desde Río Grande do Sul a cantar Ñangapirí y Barra da Saia de Sâo Paulo, compuesto por la violinista Fernanda Kotschak, la acordeonista Adriana Sánchez, la voz y guitarra de Adriana Farías y la bellísima Julia Lange en bajo.


Doña Margarita Villordo, de corralera roja y sombrero negro abrazó a su damo Antonio Muñoz y Paula Yfran siguió el cortejo zapateado de Julián Flores en la bailanta. Milagros Colman de seis años y su hermanito Martín de la Cruz, de cinco, se animaron entre los consagrados en el epicentro de la Vº musiqueada del Mercosur donde Santiago Brites y Milagros Echevarría fueron la parejita oficial. Seis paisanas acompañaron a sus parejas, como hace medio siglo, en el grupo Arte Argentino, quienes en la década del 60 representaron El Carau junto a Mario Bofill. Otras miles taconeaban sentadas en su butaca o silleta. Nunca dejaron de alentar con sus palmas a los artistas y varios sapukay tuvieron el encanto femenino.
No se puede bailar un chamamé sin una mujer y escucharlo con ella al lado es otra cosa y si no, que lo digan los que alguna vez lo han hecho. Afortunadamente, como las omisiones de esta escueta croniquilla lo confirma, son muchas más las chamameceras. Las periodistas gráficas, radiales y televisivas lo registraron con más rigor.


Mujer América cantó Sangre Paiubrera y María Elena, Héctor Chávez y Paquito Úbeda; con fondo de Madrecita, recitó Toto Semhan y Santa Cecilia fue la pieza elegida por Juan Carlos Jensen; Mujer chamamecera interpretó Paquito Aranda; Angélica, Cuarteto Santa Ana; Chinita linda, Simón de Jesús Palacios, Mi selva eterna, Gustavo Miqueri con Daniel Giménez y Ricardo Conejito Alegre; Niña del Ñangapirí, el grupo Integración; A mi correntina, Papi Miño; Serenata de una muchacha, Los de Imaguaré; Mi bien amada, el grupo Amandayé y Coquimarola; Mírame, Salamanca y La Nueva Luna, Boquita de miel, Alejandro Balbi; Gurisa Ámame, Antonio Tarragó Ros con su "banda pueblera" quien saludó a Beatriz Kunin y tantos más que olvido ingratamente y los correntinos bien lo saben. No hay versos que no las aludan. Merceditas se escuchó con la tonalidad de tres idiomas. Amor supremo fue elegido por varios conjuntos y su autor, Don Salvador Miqueri lo escuchó en una casa de Paso de la Patria, en feliz recuperación, porque la virtud humana no sabe de diferencias de género ni edad. Todos somos hijos de una mujer y con ellas escuchamos canciones inolvidables, aún antes de nacer.
Fuente: Diario la República



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