Sábado, 23 de Noviembre de 2024
Gregorio Molina una leyenda del Chamamé
Jueves, 17 de abril de 2008
Gregorio Molina una leyenda del Chamamé




El Fuego Sagrado

“…con la llamita divina encendí mi candil a brasas,
con mecha vieja, barata que trencé de trapo viejo,
poquita luz sin respeto que algunos quieren apagar,
pero creo que no podrán porque está dentro de mi…”



Así describe poéticamente su inspiración, don Gregorio Molina, creador inconfundible de paisajes líricos en nuestra región litoraleña.

- Yo nací en Puerto Libertad, provincia de Misiones, hace 71 años, y fui a Buenos Aires a los 18 años. Dice en el comienzo del relato de su historia personal.

Desde su juventud, el motor que mueve sus impulsos es la música, tal es así que a los 11 años de edad, de la mano de Wenceslao Casco comienza tocando en una orquesta diversos estilos musicales. Años más tarde, el célebre bandoneonísta Damasio Esquivel, reconocido patriarca del Chamamé, de gira por Misiones es presentado por Ovidio Godoy, su compañero de ruta. Al cabo de algunas pruebas comienza el joven Gregorio una gira que abarcaba, entre otras ciudades, Buenos Aires y Asunción.

El llamado a la conscripción interrumpe su ascendente carrera, la cual es retomada al culminar sus obligaciones civiles.

En uno de los festivales que se desarrollaban en Misiones, los hermanos Piletich, representantes de otro patriarca chamamecero, don Ernesto Montiel, luego de oírlo tocar, lo invitan a Buenos Aires para ensayar en el barrio de Once, junto al Cuarteto Santa Ana, con quienes permaneció durante 4 años.

Con el éxito logrado comienzan a llegar más ofertas laborales en la que Mario del Tránsito Cocomarola, El Taita, ícono máximo del chamamé, quién hacia 1960 lo invita a participar de la grabación de uno sus materiales discográficos. Con él graban legendarias piezas, que trascienden el tiempo, ‘Tu Cariño’, ‘Ensenadita’, ‘Tu promesa’, entre otras, para luego permanecer por cuatro años más con ‘Coco’ como lo recuerda cariñosamente al Taita.

Aunque todo parecía marchar sobre rieles, sus comienzos en Buenos Aires no fueron fáciles, tuvo que trabajar duramente para poder subsistir, realizando diversas tareas.

- Cuando llegué a Buenos Aires por primera vez lo hice con una mano atrás y otra adelante…recuerdo que trabajé en albañilería con unos italianos…me pagaban $40 por día, tenía que hacer mezcla y acarrear baldes…pero parecía que tuvieran una cuchara ‘grandota’ porque lo vaciaban en dos o tres tiradas y me pasaban otra vez el balde … MUCHO TRABAJO! Recuerda don Gregorio Molina con un dejo de tristeza en su rostro. Y continúa relatando:

- Después trabajé en un frigorífico y ahí ya ganaba 63 pesos por día… chau italianos!!!! Dice riendo. – Pero siempre estuve con la música…después de un largo año, dejo atrás todo eso y como yo siempre quise ser solista o tener un grupo, lo formé: ‘Gregorio Molina y su Conjunto’ con el que grabé ocho simples, dos dobles y dos LP. Relata orgulloso – …para ese entonces mis temas más pedidos eran ‘Sombrero Caá’ y ‘El Mosquito’, es más, mis colegas me dicen hoy cuanto canto El Mosquito, ‘no le tires flit, tirale raid!!’ nos revela con una sonrisa.

Junto a esos éxitos llegaron otros, y las invitaciones a festivales de talla nacional se sumaban. En 1965 llegó el turno del Primer Festival de Doma y Folclore de Jesús María, en la provincia de Córdoba donde fue elegido como la Revelación de ese año motivo por el cual adquirió una popularidad inusitada, por mérito personal y talento natural.

Hombre intuitivo, inteligente, muy estudioso de su arte, con un virtuosismo innato que lo distinguió a lo largo de los años, siempre con la compañera de toda la vida, su guitarra. Supo crear poesías hecha canción, descriptivas, sensiblemente cargadas de sentimientos del paisano de la región y su querencia, en composiciones como ‘A Villa Guillermina’.

El destino quiso que formara, lo que para algunos fue el mejor dúo que dió la música chamamecera del litoral, junto a Lizardo Cáceres: el ‘Dúo Cáceres – Molina’, incomparable mixtura de voces que le dieron a nuestra música, una presencia indiscutible en el plano nacional, realzando la belleza de los paisajes, el amor y la gente con sus creencias, en composiciones tales como Panambí, Rosa de Amor; El Canto del Crespín, Viejo Ceibo y Virgencita de Itati cuyo origen nos lo describe Don Gregorio Molina -…en una postal decía ‘Nuestra Señora de Itatí’ y eso fue lo que utilicé como principio. Recuerda memorioso y continúa relatando: - Realmente no me salía nada mas después del título de esa postal, era algo que me superaba, yo no encontraba palabras, entonces le pedí a la virgencita, casi subjetivamente que me ayudara, porque yo le quería cantar y si era digno, que me diera una mano, ya para entonces habían pasado veinte días desde que escribí el primer renglón. Esa mañana desperté y me salió de una sola vez, toda la letra. Comenzaba así: ‘Nuestra Señora de Itatí, de belleza incomparable…’ nos cuenta emocionado y agrega: - primeramente lo grabé con Cáceres, luego lo hice solitas y le agregué un recitado. Recientemente lo grabé con mi hija por lo cual Hugo Ferreira, técnico de estudio me dijo: ‘No se imagina la cantidad de gente que lo sigue grabando’

Probablemente sea uno de los últimas leyendas del chamamé clásico en nuestra región, un compositor con el “fuego sagrado”, como él mismo se describe y que “algunos quieren apagar” pero con eternas palabras y notas que se burlan del paso de los años, es imposible que esa llama logre extinguirse, porque ya forma parte de “Olimpo” de nuestra música, de nuestra historia.

Primera Parte de la nota exclusiva realizada por: Guillermo Caliva
Fuente: www.chacoespectaculos.com.ar



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