Entre los lugares alternativos que ofrece la ciudad de Corrientes para escuchar nuestra música esta el Museo de Artesanías. El último viernes después de las 21 el patio lucia un cúmulo de sillas y mesas esperando ser abordadas. Salvo dos de ellas donde entre familiares y amigos se repartían las ganas de escuchar la prueba de sonido de Coqui Ortiz. Desplegó su guitarra con melodías dulces entre 5 o 6 temas, con las melodías de sus dos discos, En Grupo y Parece Pajarito. Ahí recibió de ese público una atención casi única y que no se trasladaría a lo largo de la noche.
Mientras acomodan los instrumentos Ortiz esboza algo clave, “no hay prejuicios con los instrumentos. Cada uno puede abordar la música desde el lugar que se sienta más libre. Desde mi punto de vista el acordeón y el bandoneón no necesariamente tienen que estar”, ahí se abre el debate entre lo nuevo y lo tradicional. Sin embargo rápidamente aclara que si están presentes en toda su vida musical. Por que es algo que me sonó desde siempre. Entonces para mi encontrar un aliado como Julio Ramírez que tenga esa generosidad de meterse en mi música es algo muy especial. Ahora hace ocho años que estamos juntos y a veces el coloca en un tema todo lo que yo quisiera que el ponga y a el le sale. Nuestra comunión es muy grande”. En el año 91 Coqui Ortiz subió por primera vez a un escenario, pero desde aquella oportunidad lo hizo para interpretar sus propios temas.
– Cómo surgen tus primeras composiciones.Cuando aprendí a tocar la guitarra tenía 15 años, en tercer año del secundario, al tiempo se me dió por escribir una canción. Canciones que por supuesto no sobrevivieron al paso del tiempo. Pero lo que quiero subrayar es esto, que la inquietud por componer arranca casi desde el mismo momento en que comienzo a aprender a tocar la guitarra. Desde mis inicios tengo contacto con la música y la poesía. Tengo una pata en cada lugar. La canción te lleva, te exige indagar en los dos ámbitos, literario y musical. Para mí un compositor o un trovador tiene que estar muy atento a esas dos cosas. Es un placer que tiene este lenguaje. Estoy esbozando unos cuentos y música instrumental. Exploro todo esto al máximo. En quinto año del secundario, la canción de despedida la compusimos con un amigo. Quiero decirte que a ese nivel fui desarrollando mis composiciones.
– Cómo influyó en tu camino la corriente encabezado por Zitto Segovia.Soy un hijo de esa corriente. Con los años he tocado con otras personas y otros géneros musicales. La canción de hoy tiene muchísima información. Si hay algo que quedó en mí cómo un sello es lo que han dejado los músicos de mi lugar. Zitto Segovia fue el emergente, la cara visible de un movimiento que trascendió mucho. Era una época de mucha bohemia. Ahí esta Cayetano Gauna, que tocó con Zito Segovia, fue con quien aprendí las primeras cosas. La forma de componer de Cayé Gauna es exactamente igual a la de Zitto, solo que Cayé siempre fue más bohemio y no se intereso tanto por su carrera profesional. Cayé tenía compuesto cosas con Marta Aquiles. Poeta con la que Zitto también hizo cosas. Además estaban Benjamín de la Vega –pianista. Gustavo Viña, Bosquín Ortega, el Negro Roberto Rodríguez, Lino Mancuello – un poeta que hizo cosas con Zitto. Era un gran escritor y compositor, y se murió un día sin dejar casi nada grabado. Estamos hablando de una cultura que no se perdió del todo porque muchos aún viven y de los que no están nos queda su obra. Excepto Lino Mancuello que se murió sin dejar nada. Soy hijo de esa generación, soy un eslabón más de esa cadena. Hay un sello que tiene que ver con ese lugar donde mamamos las cosas.
– Esta es una de las patas musicales y literarias fuertes, la otra de dónde viene.Puedo decir que desde la cuna paré la oreja con el chamame. Porque también aquí hay una cosa, soy hijo de un itaibateño. Correntino hasta la médula. Porque mi infancia, durante toda las vacaciones de mi niñez, veníamos a la casa de mis abuelos paternos en Ita Ibaté, y de ahí derecho unos días a Candelaria -Misiones, lugar de cuna de mi vieja. Entonces, toda mi infancia estuvo trazada por el chamame. Mi viejo –como todo correntino- se levantaba a la mañana temprano, mientras fumaba su cigarro, escuchaba chamame, después a la siesta, con la radio en la cama y más tarde cuando tomaba unos mates a la tardecita. Todo esto seguía los domingos mientras hacía el asado. Entonces es una música que te suena desde la cuna, y cuando vos no te diste cuenta eso ya esta impregnado en vos. Sin que esto después con el tiempo se someta a ningún análisis. Esta en el alma de cada uno. Es la raíz que tengo con la música y me di cuenta con el tiempo.
– Y la poesía.Por la poesía diría que ingrese por Julián Zini. Con la música de Imaguaré. Con las composiciones de Tito Gómez y de los Sheridan. También la poesía de Vedoya, sus creaciones junto a Pocho Roch. Esa música consumían mis hermanos y es donde advertía un gran vuelo poético en las composiciones a mí entender. Pues leía en aquel momento las poesías de Elvio Romero del Paraguay, Neruda, Manuel Cabral, entre otros. Todo ese paisaje que te llevan estos autores a la vez lo iba buscando en las cosas cotidianas.
– Cómo juegan en la música la historia, tanto pasada, presente como futura.Todas las canciones que se conservan en un formato popular le visten a la poesía con la misma vestimenta. Son cuatro o cinco acordes. La música te ofrece una paleta tan grande de recursos técnicos para abordarlo que constantemente va abriendo los horizontes. Cuando me siento a componer no puedo decir voy a ir hacia este lugar, ya hay algo incorporado en mí y es el encargado de llevarme por otros lugares. Creo que el cantor, el músico y el poeta tienen la posibilidad de plasmar la crónica de su tiempo, de lo que le contaron y que por ahí la gente olvida. Lo tomo como una responsabilidad. Creo que la fuerza que tiene el arte y sobre todo la canción que tiene un uso tan domestico, por que en tres minutos te puede contar toda una historia que quizás no se hablan o que han querido olvidar. Uno tiene la posibilidad de recordarla. Eso tiene que ver también con el sentido de justicia que me han inculcado los mayores. La canción popular te permite todo esto.
por paulo ferreyra