Por Ezequiel Abalos*
Hay un concepto muy errado de lo que es el chamamé, de creer que es una música superficial, que es pum para arriba y nada más. El chamamé no es una música alegre, el chamamé es una música desgarradamente alegre, es una música donde la melancolía y la alegría van de la mano. Es una música que tiene mucha historia y cuando vos lo tocás esa historia está detrás. Es la historia de una población con mucho sufrimiento, desde la forestal, los capanga, la explotación de los ingleses en el litoral, la explotación de los yerbales vírgenes en Misiones, la explotación del hombre de campo, la guerra de la Triple Alianza y los que murieron allí, los esclavos... es un contexto geográfico histórico que tiene muchos altibajos y eso está en el chamamé. El chamamé es un lugar sagrado que hay que usar para decir cosas responsables, no pelotudeces. Aunque hoy en día haya un montón de propuestas que solamente lo usan para decir pelotudeces, eso también es chamamé y es reflejo de la mentalidad de la sociedad de hoy. Pero no es solamente eso, es un lugar muy especial y muy profundo, que la gente no lo conozca y que se lo pierda es otro tema. El costado que trato de mostrar yo es un costado que también tiene el chamamé, que no lo estoy inventando, lo estoy mostrando.
–¿En cuánto influye esa historia pasada a la hora de componer?–No es que esas imágenes las tengo en mi cabeza cuando estoy tocando o componiendo sino que la música tiene una historia en su formación y sutilmente en esa vibración, en esas armonías, en esos intervalos, está esa historia. Es como un vino añejado, no estás tomando un vino del año de la cosecha, tiene muchos años macerando y cuando lo tomás lo sentís. En mi cabeza está la necesidad de poder desarrollar más el chamamé porque veo que es posible y me arriesgo a hacerlo.
–¿Cómo ves hoy al chamamé con todo lo que ha pasado ? ¿Qué ha cambiado ?–La mediatización ha hecho muchos estragos en la cultura, los medios han hecho estragos en la cultura de los pueblos, veo cómo ha cambiado la sociedad desde la llegada de la televisión por ejemplo, el papel que jugaba la televisión en el 78, con el mundial... el papel que juega hoy. La mediatización ha hecho estragos por no contener lo que es la cultura nuestra. El folclore es muy diverso, hay cuatro o cinco zonas folclóricas con estéticas muy diferentes. Los medios no han contenido nuestra música, primero porque no la ha difundido como para que el país conozca de verdad todas las formas musicales y la historia que hay en esas formas musicales, que la conozcamos como nuestra cultura. Segundo, tampoco lo contiene dándole un espacio para que se siga desarrollando. Cada vez que tocás chamamé parecés el único pelotudo en el mundo que toca el acordeón, parecés un marciano que naciste en el lugar equivocado, eso es lo que te hacen sentir los medios, es lo que me han hecho sentir siempre, preguntándome - Porqué tocás chamamé ? -. Qué quieren que toque ?, si yo vengo de un lugar que se toca chamamé... Y tercero generando necesidades ficticias que no tienen nada que ver con la historia ni con la geografía del lugar. Así genera la misma necesidad en Humahuaca que en Apóstoles, Misiones, siendo tan diferentes las historias y la geografía de los dos lugares, genera la misma necesidad de tal producto, musical, comercial o televisivo. Así estamos también, con un nivel de desconocimiento y desorientación absoluta de nuestra cultura.
–¿Qué incidencia tiene esto en lo musical específicamente ?–Antes vos ibas a un baile y se bailaba la música de la región y otras músicas, ahora casi la música de la región ni se baila ni se toca, la cumbia ganó todo ese espacio. Yo no tenga nada contra la bailanta, cada uno es feliz como puede, pero los medios en ese sentido han hecho estragos con la música regional. Esto tiene que ver con los medios y los guachos que están adelante programando, especulando y subestimando a la gente. El arte no es un entretenimiento, el arte es una síntesis casi perfecta de lo que estamos hechos. Todos tienen algo a desarrollar, del cuerpo para dentro somos todos iguales, ¿porqué se va a especular con la música que se pasa?
–¿Cómo se puede desarrollar algo diferente con estos condicionamientos?–En principio espero cosas de mí, no espero cosas de la sociedad, si tengo que esperar que la sociedad me contenga como para poder empezar a hacer algo, no voy a hacer nunca nada. Aunque esté tentado mediáticamente, aunque esté en contra de un montón de corrientes, de lo que tiene espacio y de lo que no lo tiene. Muchas veces las expectativas culturales y las necesidades artísticas de uno no tiene que ver con las expectativas de un radio, de un diario, de un canal, ni de una discográfica, sin embargo lo hacés, te producís independientemente y buscás lugares para tocar. El tema está en crear espacios donde la gente se predisponga a escuchar, no solo saltar o revolear cosas. También que todos tengan igualdad de condiciones para desarrollar sus capacidades. Que se mire más para adentro que para afuera.
–¿Porqué crees que el argentino mira más a las culturas ajenas que a la propia?–Por esa mala leche que tenemos desde hace 500 años para acá. Lo que ya está ya está, no podés volver 500 años atrás y que una cultura menor conquiste a una cultura superior, no se puede revertir lo que pasó, lo que se puede revertir es cómo te relacionás ahora, con qué responsabilidad hacés las cosas. Saquemos de nuestro vocabulario -Negro de mierda-, -Indio de mierda-, ¿de dónde viene ese vocabulario ?, somos un pueblo que tiene una población mulata, ¿y?. En realidad no sabemos si queremos ser argentinos o londinenses o neoyorquinos, pero bueno, la Argentina es así, cada uno cuida su culito. La pequeña revolución es meterte con esa cosa tuya todos los días y conectarte con tu país. Tomar mate y saber de dónde viene eso, saber que una familia entera que se despierta a las 5 de la mañana para cosechar esa yerba, saber que se cosecha a mano, y que la industria de la yerba, que mueve mucha guita, termina siempre cagando a los tariferos pagándole dos mangos. Eso es estar conectado, que mientras tomás ese mate sepas lo que está pasando esa gente. La solidaridad no es darle una moneda a alguien en la calle, la solidaridad es que te conectes con la realidad de esas personas todo el tiempo. Yo lo trato de hacer con la música.
–¿Cómo crees que se conecta con tu música esa familia?–Muchos de los agricultores disfrutaron más Polcas de mi Tierra que un disco como Chamamé Crudo que tiene una estética muy contemporánea y que no va a ser tan fácil que llegue, pero por otro lado yo sé que me respetan. Por más que mi vida me haya llevado fuera de ese lugar y me hace jugar en otro campo de batalla, cuando vuelvo a Apóstoles me dicen - Chango, te hemos escuchado por la radio -, siempre saben lo que estoy haciendo, por más que no compre un disco mío está conectado conmigo y no les soy ajeno, por más que a veces no toque algo que puedan poner cuando se casen o cuando vayan a un baile...
* Entrevista para www.elportenio.com