El mes de diciembre no solo es el mes del aniversario del fallecimiento de “El Señor del Acordeón”, Ernesto Montiel o el aniversario de María Helena sino también del nacimiento de Salvador Miqueri.
Los chamameceros siempre estamos encontrando motivos para celebrar y como muestra sirve un botón en este caso como ejemplos que mejor que acordarnos de ellos y animarnos a soltar un sapukay pucú en su honor.
Dos grandes exponentes de nuestra música desde hace varias décadas... pero quiero detenerme en Don Salvador, como respetuosamente lo traté siempre que tuve la oportunidad de encontrarme con él y poder charlar sobre nuestra música y nuestros músicos.
Don Salvador que entrega su alma en cada canción y en su mirada paternal siempre tiene algún concejo para dejar sobre cómo mantener viva la llama de nuestro chamamé.
Actuando en cualquier lugar de la provincia y en cualquier escenario la entrega musical es la misma, cargada de excelencia interpretativa con el sonido inconfundible del bandoneón de Avelino Flores. Cuando llegan al interior para algún baile a beneficio de alguna institución, anunciar la presentación de “Trébol de Ases” lo dice todo, no hace falta agregarle mucho al texto de la propaganda en las radios de Frecuencia Modulada Porque el baile ya está garantizado que tendrá muchísimo público y no solo de gente mayor que aprovechan para bailar chamamé sino de jóvenes que no los dejan avanzar en el repertorio preparado pidiéndoles “¡otra, otra!” .
Una vez, estuvieron contratados para actuar en la segunda sección del departamento de sauce denominada Cañaditas. El baile en la casa de Mario Despo, a cielo abierto. Nadie espero que cambiara tanto el clima y en pleno diciembre tuviéramos tanto frío, pero ni eso fue motivo para que gente de toda la zona de Cañaditas, Mulitas, Pueblo Libertador, Yagua Rincón, Malvinas, Guayquiraró, Paraje Francisco Gómez, Paso Bermúdez, llegara hasta la pista improvisada en lo que sería una noche digna de escuchar cada uno de los sapukay lanzados al viento de los paisanos que llegaban a caballo con los aperos para la ocasión.
Cuando terminó la actuación le pregunté a Don Salvador si no sentían el rocío sobre sus espaldas, su respuesta fue simplemente: “Mire, uno se acostumbra a estar en cualquier lugar y en cualquier escenario sea grande o chico, lo que interesa es que el que viene a vernos se vaya contento de la fiesta”.


En la última edición del Festival del Chamamé en su ciudad natal de Mburucuyá, teniendo como fondo la laguna de aguas limpias y también a cielo abierto me contó que la idea era para los próximos meses poder viajar a Francia junto a Avelino Flores, más allá de que sus hijos por ahí se preocupen porque no descansa casi entre sus actuaciones y sus responsabilidades fuera del ambiente musical, Don Salvador quiere elevar su canto y mantener vivo el chamamé en su voz en cualquier parte del mundo, pero siempre aclarando que no debemos dejar que la invasión de los instrumentos no tradicionales se usen para interpretar nuestra música ya que para él eso es una falta de respeto por algo tan bello que brilla con luz propia, que él públicamente con orgullo hace casi 60 años que hace permanecer en cada escenario que pise.
“Diciembre es tiempo de balances”. Ésta es una frase más que mil veces repetida y me acuerdo de un chamamé que está incluido en un trabajo de Mateo Villalba: “Siempre en diciembre”. Porque es el mes en que muchos vuelven al pago de sus querencias para algunas de las fiestas tradicionales para pasar con la familia que no quiso irse, que los dejó volar solos pero con la certeza de que al volver ahí estarían esperándolos...