El almanaque puso 19 de julio, era 1953, y el pibe antes que nada traía sangre chamamecera. Su padre, Ramón de la Rosa Segovia, celebraba el advenimiento de Zitto desde su trayectoria como guitarrista del conjunto de Marcos Bassi, seguramente componiendo otra canción. Villa Libertad no era consciente de que Dios le había mandado para su orgullo el cantor popular más grande que tendría el Chaco en su historia joven.
Después de una infancia común a la de tantos chicos, con barrilete, pelota de trapo, figuritas, el despertar de la barba y de las cosquillas juveniles lo sube a los primeros escenarios con una guitarra. Venía pintando el dúo Las Voces del Quebrachal.
Enseguida se va a Buenos Aires, atraído por las luces de la gran ciudad y por las ganas de llevar su canto lo más alto posible. Lo aplauden en "La Peña de Fanny”, mueve "El Hormiguero”, trepa en "La Cuesta". Viaja fuerte pero extraña al Chaco, dice me voy y se viene. Era 1978. La Argentina sangraba en doloroso silencio y gritaba el triunfo del fútbol, primer campeonato mundial de su historia. Zitto hace conocer a muchos la obra de Miguel Hernández, poeta enorme de la tierra española. Enchamigado a través del tiempo con aquel mártir de la guerra civil, el chaqueño le puso música...
Los que lo van conociendo en aquella época, se sorprenden con este negro pintón de voz atenorada, que no grita para hacerse escuchar, sino que canta, canta, y compone. Cuando Dios se lo llevo para sus serenatas de ángeles, Zitto tenía musicalizados más de 500 temas.
Cuando conoció la poesía de José Pedroni, vibró y nos hizo vibrar con Lunario Santo. El libro del santafesino "Hacecillo de Elena" tomó alas de pájaro y viajó hacia todos los vientos. También era el 1978. La sala de la ENET fue el lugar de la presentación de esta belleza, que emocionó hasta a la viuda de Pedroni, presente para el evento. La prensa local comenzaba a hablar mucho ? y bien? de nuestro juglar.
Al año siguiente el Negro agarró la valija y se fue a México, qué tanto. Lo contrató el Fondo Nacional para las Artes del gobierno mexicano. En la tierra de los charros y los cuates se reunió con Jorge Basulto y Cacho Rud, trío que llamaron "Los Huincas". Obviamente, se ocuparon de difundir nuestra música.
A finales de 1980, Zitto se vuelve (siempre volvió, va a seguir volviendo...) porque el Chaco lo llama. En ese lugar de la historia, los artistas, músicos y cantores andan queriendo juntarse, se juntan, nace el GIACH, (Grupo Independiente de Artistas Chaqueños) y se produce un cassette. La Peña Martín Fierro vivió otra de sus grandes fiestas.
El acercamiento con Martha Quiles y Raúl Cerrutti lo llevará a encauzar su guitarra y su voz definitivamente en el embrión del Canto al Chaco, a las cosas de este suelo, evocadas por nuestros poetas. Elige cantar lo de aquí, su voz asume la dimensión de toda la provincia. Musicaliza obras de Bosquin Ortega, del Turco Vera Azar, de Carlos Alberto Báez Salcedo, Lino Mancuello, Carlos Aguirre, Víctor García del Val, Eduardo Black, Marili Morales Segovia, sigue musicalizando a Jose Pedroni, a Miguel Hernández. Crece el Negro, humilde y forevista, orgulloso de su estirpe chaqueñera.
Es cuando brotan las canciones mas queridas por el Negro y por su gente, la nuestra. Saltan las charandas, ese ritmo llegado del África y adoptado en la zona uruguaya (charrúas) y en la mesopotamia Argentina (guaranies). Viene la “Charanda de la Libertad”, la “Charanda Negra”, se evoca a “Nocaut González”, nos estremece con “Lucía de Arena”.
Tal vez el momento culminante pueda ubicarse en el Cosquín de 1986, cuando con su guitarra en ristre, a un lado Johnny Bher y al otro el gordo Victor Reyna, hizo explotar la plaza Próspero Molina con ese indio macho, cacique indómito, Chamel Raykin, que volverá con su pueblo de la muerte...
"Mejor Solista Vocal Masculino" le dijo el Jurado, el público, la gente, la calle, los árboles, las golondrinas y nosotros, orgullosos por Zitto, por la barra que fue a Córdoba en las gloriosas carpas, pero además por saber que en el camino había quedado el candidato de la rosca. Con la Tele incluida...
Arrasamos la Plaza. Todos nosotros, trepados a la voz del Negro, éramos el Chaco que cantaba. En la imagen, “El Varón que ya no Existe”. En el grito, el Cacique: Joalé, Joalé ... Ekom Chicá ecá ecá, ecáaaa... En el recuerdo de hoy y para siempre, la verdad revelada en sentimiento: “ ... Volveré con mi pueblo de la Muerte. Otros rostros tendrá para mi frente de estrellas, y de soles, y de vientos .. Volveré con mi Pueblo ... otras voces dirán mi voz de trueno ... en otra sangre...alzando nuevas venas ... este invencible corazón guerrero..."
Llegaron los discos de Polygram, "El Varón que ya no Existe" y "Las Voces de mi Gente". Después, en forma independiente, nos entrega "El Cristo de los Villeros".
¿Dónde no estuvo el Negro?. Miremos algunos de los festivales donde lució su ropa blanca, sus alpargatas, su faja y su poncho: Cafayate (Salta); el de la Doma, en Jesús María; el de la Flor, en Mburucuyá, Corrientes; el del Mar, en Villa Gesell; el de la Flor en Escobar, provincia de Buenos Aires; en Diamante, Entre Ríos; en Reconquista, Santa Fé; en el Festival Nacional del Chamamé, en Corrientes capital; en el Festival de la Música Nacional de Santo Tomé, Corrientes; en la Festicala, Buenos Aires; en el Festival Nacional del Chamamé de Posadas, Misiones; En Juan José Castelli, Festival del Guardamonte, en Cosquín, en la Feria de las Naciones, de Capital Federal y también allí en la Feria del Libro. En la televisión, lo presentaron Argentinísima, Landriscina de Entrecasa, Badía y Cia, otros cuantos.
En 1989 vuelve a Cosquín para recibir su “Consagración”, premio que el público le había conferido estruendosamente. Después de su partida hacia los brazos del Señor, todavía lo seguirían premiando: es en Corrientes, durante el Festival Juvenil de la Canción Navideña. Se premia su obra musical, basada en la poesía del padre Rogelio Barufaldi "El Cristo de los Villeros".
Esta es la somera síntesis de una Vida que no cabe en letras de molde, porque late en la sangre de este pueblo. De ese pueblo que lo acompaño vivo, que le rezó desaparecido y que lo lloró inconsolablemente muerto.
La Caravana de la Flor, donde fue hijo de miles de madres de todas las edades, donde tuvo como padres a todos los padres posibles, donde no había nadie que dejara de ser su hermano, donde los niños entendían que una tragedia enorme había pasado en sus propias familias, la Caravana de la Flor, sendero del Milagro en el puente.
Tanto clamor en oración hizo que el buen Dios nos devolviera a Zitto el día siguiente, rescatado su cuerpo lacerado de las aguas. Los fogones de la Vigilia, en la Plaza España, uno en su memoria y otro para la del querido amigo del sentimiento profundo y el nombre raro, Johnny Behr. Estos son los hitos que el pueblo hará brotar en cada 8 de septiembre, fogón, guitarra, canto y recuerdo.
Manolo Bordón.-
Síntesis biográfica elaborada sobre la base de datos suministrados por Lelia Gómez, compañera, mujer y amiga de Zitto Segovia.