Esa cabeza de gauchito narigón, con “pucho” en la boca y sombrero ala corta “echao patrás”, acompañó durante cinco ediciones la fiesta como imagen en su papelería. Hasta que llegó el sexto festival (ya provincial) y un muñeco del tamaño de un hombre, bombacha bataraza, camisa colorada, alpargatas con bigotes y una verdulera, apareció sobre el escenario tocando mediante movimientos mecánicos un chamamé. Esa misma noche fue bautizado “Cachencho”, sin conocerse hasta el día de hoy quién fue el autor del nombre.
“Un pueblo te ha puesto nombre, y te prestó su apellido; oh!, Cachencho Federal, que suerte tenés chamigo”. A partir de allí nació una leyenda. Poetas y músicos dedicaron a este personaje su inspiración, tal como Edgar Estigarribia, Julio Gutiérrez, Changuito Medina y otros tantos que, acompañando el cariño de un pueblo, transformaron a Cachencho en un artista más, imprescindible en noches chamameceras. Hoy los paisanos del lugar, cuando se va acercando la Fiesta, suelen preguntar si es cierto que “en noches festivaleras, las mujeres que están en dulce espera, van y tocan a esa figura o muñeco, Cachencho, y éste les otorga un hijo acordeonista o bailarín chamamecero”.
“Nunca dejes de tocar
ni te cambies de apellido
que al nombrarte Federal
te estoy nombrando Entre Ríos”.Luis Arturo Luna