En San Ignacio encontraron restos que podrían ser de un templo anterior al actual
En San Ignacio se encontraron restos de una estructura que podrían haber sido de un templo anterior al que hoy domina las Misiones Guaraníes Jesuíticas de San Ignacio. Los mismos fueron encontrados en el proceso de excavación que forma parte de los trabajos previos para la restauración de la fachada principal.
"Hay que analizar los datos. En principio es una estructura por debajo del nivel de templo", puntualizó la arqueóloga María Marschoff, quien coordinó los trabajos en el lugar.
La investigación comenzó como apoyo al equipo de restauración que, con financiación de la World Monument Fund, se proyecta en la fachada del templo. "Había que responder a preguntas de por qué se hundían algunos sectores del piso, por qué había fracturas en algunas lajas", explicó Marschoff.
A partir de investigaciones geológicas contratadas por el programa de Misiones Jesuíticas se había determinado que el suelo es estable. La idea era cruzar la información para analizar soluciones. Ya en el 2004, en trabajos previos, habían constatado que, cuando la superficie se hundía, era porque debajo se encontraban otras estructuras.
Ahora, tras dos semanas de nuevas investigaciones en el lugar, hallaron lo que podría ser el límite de una de las paredes, la esquina y la prolongación hacia el centro del templo de una estructura que se encuentra por debajo de los restos de la iglesia principal. "La estructura, que está por debajo del templo actual, no está orientada exactamente igual que el templo. Hay un pequeño desvío de tres grados con respecto al Norte", describió la investigadora.
Se realizaron tres excavaciones. Una en el interior del templo y dos en el frente. "En el frente del templo, en un extremo encontramos un pilar de madera dentro de un cimiento y, en este otro, encontramos el cimiento, sin el pilar, en forma de L".
El hallazgo, más que respuestas, abre nuevas preguntas. Y la interpretación es el puntapié de una larga discusión acerca de qué pudo haber sido. "Hay varias hipótesis. La posibilidad de un pórtico quedó casi descartada por la obstrucción visual que implicaría. Y también a partir del análisis de la estratigrafía". Tras obtener la mayor cantidad de información posible, los restos se volverán a tapar cubriéndolos con mediasombra y tierra para indicar a eventuales futuros investigadores hasta dónde llegó la intervención.
Un plan para tres países
Los trabajos que se realizan en San Ignacio se financian con la ayuda recibida, que es parte de un total de 100.000 dólares otorgados al "Proyecto Misiones Jesuíticas Guaraníes" y financiados por la World Monument Fund (WMF), de carácter regional, que engloba a sitios de la Argentina (San Ignacio Miní), Brasil (Sao Nicolau) y Paraguay (Santísima Trinidad del Paraná), y está siendo utilizada -de forma compartida- por los tres países.
El programa comenzó en el 2003 y ya se encuentra en su etapa final. "Son fondos palanca. Es decir, es ayuda orientada a identificar cuáles son los problemas comunes, caracterizarlos, plantear soluciones, probarlas a partir de algunas intervenciones piloto y a partir de esa experiencia generar transferencia de conocimiento", explicó Marcelo Magadán, responsable en la Argentina de la WMF. Se trabaja en experiencias de campo, seminarios y cursos con el objetivo de aportar herramientas y la capacitación a los responsables de los sitios en cada país.
Restauración de la fachadaEn un mes comenzaría la restauración de la fachada. Los muros más famosos de las Reducciones de San Ignacio serán consolidados. También se pretende eliminar la vegetación que impide apreciar la decoración.
Es mucho más barato conservar que restaurar. Con ese criterio se trabaja en las Reducciones de San Ignacio. Y, para evitar nuevos derrumbes, en un mes comenzaría la restauración de la fachada principal del templo de las Reducciones de San Ignacio con el objetivo de consolidar la estructura y protegerla del deterioro de los agentes de la naturaleza.
En el 2004 se realizó una intervención piloto en un portal del lateral izquierdo del templo. Se probaron las técnicas y a su vez se le va a enseñar a la gente que trabaja en el sitio para que las pueda aplicar en casos similares en el sitio o dentro de otros sitios similares de la región.
Lo esencial es que después se pueda armar un programa de mantenimiento permanente que quede inscripto en el plan de mantenimiento del sitio. Pero antes de comenzar los trabajos, que ya cuentan con financiación, deberá aprobarse el proyecto de intervención.
Para eso, en las últimas tres semanas, Gisela Korth elaboró un diagnóstico del estado de las paredes que serán intervenidas y una propuesta de solución para cada problema.
El primer paso fue la preparación de un croquis detallado de los muros. Y, a partir de allí, la descripción de las patologías detectadas: el crecimiento de la vegetación (microorganismo, biofilm), intervenciones anteriores (cemento, mezclas de epoxi, piedras que no pertenecen y están colocadas igual, gaffitti). Esa información se va agregando al croquis con distintos colores para facilitar la comprensión del diagnóstico. Con la base de patologías localizada se elabora el informe que propone soluciones de restauración en cada caso. La restauración estará orientada a la consolidación de la estructura. No se les sumará nada a los antiguos muros.
"La restauración está basada en las normas internacionales que rigen en un lugar protegido y el objetivo es evitar que se destruya y se altere", explicó Korth. Incluso se respetará la imagen que tiene el sitio a partir de la restauración realizada por Onetto en la década del 40.
Para definir qué técnicas se aplicarán se tomará en cuenta cómo funcionaron las aplicadas en la restauración del lateral izquierdo.
También se intentará establecer un sistema de control del deterioro de los líquenes y musgos que crecen sobre las piedras con unos sistemas pasivos utilizando elementos metálicos, alambres de cobre, bronce, zinc y plomo como para ver si se logra, con un costo muy reducido, controlar el crecimiento de la capa de biofilm.
El biofilm dificulta la lectura visual de los elementos decorativos. "Es que te atraen más las manchas que la propia decoración", explicó Marcelo Magadán. La idea es controlar el problema sin dañar la piedra.
Fuente; diario "El Territorio"