FERIA DEL LIBRO
Jueves, 1 de septiembre de 2022
Cristina Iglesia presenta su libro “Parajes” en Caá Catí
La escritora correntina Cristina Iglesia presentará el próximo sábado a las 20 su nuevo libro de cuentos “Parajes” en la Feria del Libro de Caá Catí.
A continuación, uno de los cuentos titulado “Fuegos”.
Anoche, desde la tranquera que da al camino, el lugar ideal para ver el río o lo que siempre imagino que es el río —esa curva azulada, casi nube— el lugar ideal para proponerme que esta vez llegaré de nuevo hasta su orilla, como si estuviera realmente muy distante, anoche, desde ese lugar que es donde me bajo del coche cuando voy llegando para caminar despacio hasta la casa, anoche, desde allí, vi de golpe, algo que confundí primero con los rojos del atardecer pero que, poco a poco, comprendí que eran fuegos, varios fuegos cubriendo de un rojo inesperado la línea del horizonte en el bañado. No pude dejar de mirar cómo el viento agitaba esos colores llameantes mientras la noche se hacía más de noche.
Un rato después, en la galería, hablamos de la quemazón que se convirtió en motivo único de conversación y conjeturas. Nada es seguro en el campo: el origen del fuego puede ser intencional o fortuito y hasta puede cambiar de causa varias veces en el transcurso de la charla. El fuego también puede desaparecer de la vista durante el día y volver a brillar a la noche con toda su potencia para esfumarse definitivamente sin que hubiera llovido: así la quemazón quedará suspendida en la cápsula del campo como un tema, como un juego de palabras, como un temor que no se dice en voz alta, como un temor que imanta otros temores.
Anoche, al costado de la quemazón, vi también unas luces muy muy lejanas que podrían indicar (repito, nada es seguro) que algún paraje nuevo se estuviera formando al otro lado del río o quizás, simplemente, que el paraje ya existiera pero resultara invisible porque no tenía luz, luz eléctrica, como la que logramos tener hace unos años. Pero lo asombroso es que en el campo nadie sabe su nombre ni dónde queda exactamente. Se dice que se armó con gente que vino de Solari o de Perugorría o de cualquier otro lugar cercano pero que los que viven allí no son dueños, son cuidadores, vendría a ser un paraje de gentes que cuidan el campo de dueños que viven en Buenos Aires o en Brasil. Un paraje de cuidadores, podríamos decir. Nada se sabe pero yo veo, por primera vez en mi vida, que hay presencia humana al otro lado de lo que siempre pensé que era el fin del paisaje, el fin exacto de mi mundo. Quizás estuvieron allí desde hace mucho, incluso desde antes de que tuviéramos esa línea de cables que comienza en la ruta y termina en el patio y quizás también se sorprendieron cuando pudieron ver, a lo lejos, nuestras luces.