Chamame
Sábado, 12 de septiembre de 2020
Falleció Benito Aquino, guitarrista y cantor del chamame
Un crespón de duelo ocupa el lugar en la música regional de Corrientes.
Benito Ángel Aquino nació en la ciudad capital el 12 de enero de 1938. Comenzó a ejecutar la guitarra gracias a las lecciones brindadas por su padre Miguel Aquino y en los primeros años de la década del 50 integra el conjunto “Iverá” dirigido por el bandoneonista Chito Morales.
En 1957 formó un dúo vocal junto a Alfredo Alejandro Almeida y posteriormente prosigue su camino musiquero integrando el conjunto “Puente Pexoa”.
En 1971 recibe la invitación de Santiago Verón para integrar su conjunto, que se complementaba con Cecilio Meza en Acordeón y Hugo Leiva en Bandoneón. Esta formación realizó la grabación de dos lps. En 1973 Hugo Leiva forma su agrupación que invita a Benito Aquino para cantar con León Torres registrando los discos “Juraste Siempre Quererme” y “Bien Avá”.
Tras un breve paréntesis el conjunto Reyes-Vargas se vuelve a ensamblar y lo citan para que pueda acompañarlos en distintas presentaciones, y registrar la grabación de varios trabajos discográficos como “Por Amor Al Chamamé” y “Mi Dulce Morena”. Al fallecer Argentino Vargas, Benito Aquino realizó dúo con Alfredo Reyes y Ricardo Solis publicando en el año 2000 el cd “Mentiras, Mentiras”.
Benito Aquino ha participado en el Conjunto de Tránsito Cocomarola sin llegar a grabar, pero el Taita le grabó “Quizás te Perdí” en el año 1969. Otro de sus pasajes en el chamame fue integrar el conjunto “Brisas Correntinas” publicando “Solamente Recuerdos” y en los últimos años se volvió a unir junto a Santiago Verón, registrando un cd en el 2015, siendo el último registro fonográfico del “Zorzal de Laguna Brava”.
Los colegas chamameceros lo recuerdan como una persona noble, bondadosa y humilde. Se fue un hombre que poseía una voz inconfundible, el pasado miércoles 9, por causas naturales. Seguramente ya está guitarreando junto a sus colegas más queridos. Septiembre sigue siendo un mes doloroso para el chamame.
Por Guido Rodriguez