Tragedia en Bella Vista
Domingo, 8 de septiembre de 2019
Se cumplen 30 años del accidente que enlutó al chamamé
El 8 de septiembre de 1989 se produjo una de las mayores desgracias para la cultura del nordeste argentino y que provocó la muerte de destacados creadores. Las pérdidas todavía se hacen sentir en nuestra música regional.
Hacia finales de la década de 1980 el chamamé y la cultura del Nordeste argentino veían el franco ascenso de importantes figuras que estaban llamadas a ser los protagonistas en los próximos años. El Grupo Reencuentro y el Trío Corrientes llevaban ya algunos años conformados ganando terreno en la escena y Zitto Segovia había sido reconocido con los premios Revelación (1986) y Consagración (1989) en Cosquín.
Sin embargo una tragedia terminaría acallando esas voces, guitarras y fuelles enlutando a toda la cultura regional.
En 1989 a un grupo de artistas entre los que estaban los mencionados músicos, les llegó la invitación para participar de un contingente de representantes de la cultura de la región para que participe del Festival Internacional de Folklore en Niza, Francia. Ante la posibilidad comenzaron a ensayar para realizar una presentación en conjunto.
Pero no sólo de ensayos se trataba la situación de los artistas ya que muchos hicieron grandes esfuerzos económicos para poder solventar los gastos que representaba aquel viaje. Es por ello que les causó mucho malestar cuando a último momento se canceló su participación en un evento del que terminaron presentándose las comparsas y que hasta el día de hoy se recuerda.
Para aprovechar el alto nivel artístico que habían logrado los músicos, bailarines y escenógrafos tras las prácticas y poder recuperar las pérdidas de dinero, decidieron realizar presentaciones. Así comenzaron con una histórica velada que llenó el Teatro Vera recogiendo elogios por doquier por la calidad alcanzada.
El tiempo compartido también logró generar un gran nivel de camaradería y amistad entre todos. El buen clima se podía palpar, especialmente en las guitarreadas que armaban.
Una nueva instancia de la gira del grupo llegó para el fin de semana que iba del 8 al 10 de septiembre. El viernes iban a tocar en el Club Juventud, en Bella Vista; el sábado en Formosa y el domingo sería el cierre en el Domo Centenario de Resistencia que se creía que iba a estar repleto.
La delegación arribó a Bella Vista en la tarde del viernes y Daniel Aguirre propuso que los músicos vayan hacia la radio y la televisión de la ciudad para anunciar la llegada e invitar a los vecinos de la velada. Luego de cantar algunas canciones y ser entrevistados, cerca de las 19.30 se volvieron a subir al colectivo que los trasladaba.
Eran 13 personas las que se movilizaban en aquel vetusto Aklo: Zitto Segovia, Joaquín “Gringo” Sheridan, Miguel Angel “Michel” Sheridan, “El Chango” Paniagua, Daniel “Yacaré” Aguirre, Johny Behr, Carlos Miño, César González, Ricardo Scófano, Ricardo Tito Gómez y Cacho Espínola. Los trasladaban los choferes José Toledo y Walter Blas Gómez.
El camino elegido para regresar al Club Juventud fue dar la vuelta por la Costanera, en donde se cruzaron con la tragedia. Tras algunas maniobras, los choferes notaron que les faltaban frenos cuando ya era demasiado tarde: el colectivo se precipitó en bajada a gran velocidad.
"¡Nos vamos al agua!", gritó alguien. Zitto Segovia entendió rápidamente su destino diciendo con su vozarrón "¡Jesús! ¡No se nadar!". El colectivo chocó de lleno contra a baranda y cayó a las aguas de un picado río Paraná.
Aquellas aguas que habían inspirado innumerables canciones y poesías por su fuerza, la belleza de su cauce y la generosidad de su fauna, se convertió en sinónimo de llanto y tragedia.
Murieron ahogados Zitto Segovia, Gringo y Michel Sheridan, El Chango Paniagua, Yacaré Aguirre, Johny Behr, José Toledo y Walter Blas Gómez.
Segovia era el principal exponente de la nueva trova chaqueña y se le avizoraba un futuro brillante por la proyección que le había dado su reconocimiento en el festival de Cosquín. Behr era su percusionista, conformaban una dupla cosechaba éxitos y elogios por su estilo.
El Gringo era un eximio bandoneonista y su hermano Michel gran guitarrista y cantante. Ambos descollaban en el Grupo Reencuentro, que ya había generado excelentes discos.
El Chango formaba parte del Trío Corrientes como guitarra y voz. Y Yacaré por su parte era un reconocido recitador y presentador de conjuntos chamameceros.
Carlos Miño, César González, Ricardo Scófano, Tito Gómez y Cacho Espínola tuvieron la suerte de sobrevivir a la desgracia.
En los días siguientes se rescataron los cuerpos de las víctimas y comenzaron los homenajes. Cada velorio fue multitudinario, especialmente el de Zitto Segovia que se inició con una larga caravana que esperaba su féretro en el puente General Belgrano.
Los reconocimientos continuaron con el paso de los años y nunca se olvidó a los músicos que fallecieron en la tragedia de Bella Vista. No faltan los especialistas que reconocen el grave perjuicio que el hecho generó en la cultura de la región y cómo el chamamé se resintió con la pérdida de tan prometedoras figuras.
Como particularidad, César González, famoso bailarín, murió de manera trágica un año después de salvarse en el Paraná. Cuando peregrinaba a Itatí en 1990 fue alcanzado por un rayo que terminó con su vida.
"Musiquero que te fuiste por la senda azul del agua, corazón chamamecero que te volviste calandria. Aquí estamos tus amigos, parados en la barranca. Frente al remanso infinito, con estas flores del alma…” canta una canción tan triste como bella que escribieron Mario Bofill y Julián Zini.
Lucas Segovia, músico como su padre Zitto, fue uno de los tantos niños que quedaron huérfanos el 8 de septiembre. Creció enojado con el río por llevarse a su padre hasta que muchos años después pudo reconciliarse con aquellas aguas.
Ese reencuentro lo canalizó con la canción "El río va". "El río va, va galopando con el sol. Como un poema de amor, con su mejor canción. Mi corazón, pide la reconciliación. Quiero borrar el rencor por lo que el me quito", cantó.