Chamamé
Lunes, 8 de septiembre de 2014
A 25 años de la tragedia de Bella Vista
El 8 de septiembre de 1989 quedó marcado en el calendario de la música y la cultura como una triste jornada en las que, en Bella Vista, el Paraná se llevó a seis artistas.
Sus acordes perduran en el tiempo tal como los recuerdos de quienes sobrevivieron. Tito Gómez los evocó en un capítulo de su libro “De las musas de mi vida”.
Zitto Segovia, Joaquín “Gringo” Sheridan, Miguel Angel “Michel” Sheridan, “El Chango” Paniagua, Daniel “Yacaré” Aguirre y Johny Behr eran parte de la delegación de músicos que ese 8 de septiembre de 1989 actuarían en el Club Juventud de Bella Vista para reunir los recursos necesarios para viajar a Niza donde participarían de un festival.
Pero protagonizaron un trágico accidente que enlutó a los chamameceros que aún hoy, a 25 años, siguen llorando su partida. Quienes sobrevivieron los llevan en sus recuerdos.
Entre ellos, Ricardo “Tito” Gómez dedicó un capítulo de su libro “De las musas de mi vida” para rememorar lo sucedido.
“Convocados para representar a Corrientes en el Festival Internacional de Folklore en Niza, Francia, comenzamos a ensayar un grupo de conjuntos, solistas, cuerpos de danzas y recitadores en las instalaciones de la Sociedad Italiana. Habíamos logrado una cohesión y un nivel artístico, quizás inalcanzado en Corrientes. Prestigiando esta delegación, acudieron artistas de Resistencia.
El resultado, con la genial puesta en escena de Dante Cena, desbordó la más exigente de las expectativas. Muchos fueron los sueños depositados en ese viaje. Lamentablemente, muy lamentablemente, ese viaje no se concretó: a 24 horas de la partida, el entonces director de Turismo Julio Traynor, suspendió sin motivo aparente nuestra participación en el festival. La indignación de todos fue enorme; para solventar los gastos del viaje muchos habían malvendido sus departamentos o sus automóviles”, recuerda Gómez en la obra autobiográfica.
Tras lo cual continúa: “Indignados pero decididos a no dejarnos abatir por tantos sueños estafados, resolvimos mostrar al pueblo de Corrientes cuánto valíamos y la calidad de lo que se iba a presentar en Francia.
Comenzamos debutando en el Teatro Vera con un lleno total. Sigue imborrable en mí, el recuerdo de la emoción con que nos abrazamos todos al cerrarse el telón. Un mes más tarde, el viernes 8 íbamos a presentar nuestra delegación en Bella Vista.
El sábado 9 nos tocaba ir a Formosa, y el domingo 10 estaba previsto el Domo del Centenario de Resistencia. Con cierto retraso, partíamos desde Corrientes rumbo a Bella Vista. Apenas llegamos, descendimos todos en el Club Juventud; los cuerpos de danzas se quedaron para ensayar, también descendió el equipo de iluminación y efectos especiales, para montar todo y preparar el espectáculo de la noche”.
Promoción
“De pronto ‘Yacaré’ Aguirre dijo en voz alta: a ver, vengan conmigo a la radio todos los músicos para que Bella Vista se entere de que ‘ya llegamos’. Partimos en el mismo micro, trece personas, diez músicos, dos choferes y un bailarín llamado ‘Puchi’ González, que, como estaba cansado, (había vuelto de una peregrinación a Itatí), ni se enteró que, sería involuntario protagonista de la tragedia, puesto que no se bajó en el club ni en la radio, y continuó durmiendo en su asiento del micro”.
Dante Cena, que era el encargado de la puesta en escena de ‘La delegación’ nos dijo antes de salir hacia la radio: ‘Miren que los quiero aquí a las 18.30 para ensayo general, ¿eh?’. Mientras cantábamos, se había generado un clima hermoso entre los músicos que estábamos tocando en la radio, los operadores y la gente de la misma, que sin avisar, alguien trajo una cámara filmadora y comenzó a filmar todo lo que estaba aconteciendo en ese momento.
De pronto miré mi reloj: marcaba las 19.30 y pensé para mí: ‘Uhhh, Dante debe estar nervioso porque nos retrasamos’. Eran las 19.40 cuando ascendimos nuevamente al micro. Escuché una voz que no pude precisar de quién era, que le dijo al chico que manejaba: ‘¡Dale, dale, que llegamos tarde!’”. cuenta en su escrito.
Regreso
“Al poner en marcha el Aklo, observé encendida en el tablero una luz roja, la que según después supe, indicaba falta de aire en el compresor, ya que éste, se había descargado en su totalidad a través de los pulmones de freno averiados. Llegamos a la esquina, donde debíamos girar a la izquierda para retomar la calle Buenos Aires, pero una camioneta mal estacionada, nos impidió la maniobra”. indica.
Ante esta situación, Gómez narra en forma detallada cada una de las maniobras que intentó realizar el chofer pero la falta de frenos provocó que en su marcha acelerada el colectivo derribara la baranda de la costanera. “Un par de segundos antes de iniciar el vuelo por el aire, Scófano gritó: ‘Guarda que nos vamos al agua’. Zitto Segovia, que iba sentado en el apoyabrazos del asiento contiguo al mío, pasillo de por medio, me aturdió con otro grito desgarrador: ‘¡Jesús, yo no sé nadar!’. En tanto, la actitud de Carlos Miño, que estaba a mi lado, contrastó por lo serena, con el terror de los demás: abrió en el aire la ventanilla correspondiente a nuestro asiento, previendo quizás la necesidad de una vía de escape”, precisa el sobreviviente.
Al mismo tiempo añade: “Aspiré hondamente aire en mis pulmones, y una fracción de segundos antes de entrar en el túnel oscuro alcancé a ver que Carlos Miño, ya tenía medio cuerpo fuera de la ventanilla.
Actué rápidamente; no sé si por imitación o por inspiración divina: me tomé del parante de la ventanilla, esperé que Carlos terminara de salir y ya sin ver nada, intenté seguirlo. Sin mis anteojos y en plena oscuridad, no alcanzaba a divisar ningún punto de referencia más allá de escuchar los gritos de mis compañeros de infortunio, pidiendo auxilio.”
Auxilio
Luego, continúa su relato: “Atiné a gritar, tímidamente al principio, y luego con vigor: ¡socorro!, ¡auxilio! A ese pedido, acudió un pescador que lo ayudó a salir de las aguas del Paraná a quien después “le grité ‘corré a auxiliar a los demás!’, creyendo que por haberme salvado a mí, tenía facultades para hacerlo con los otros”.
En ese marco, enumera a sus compañeros que perdieron allí la vida pero también a quienes como él lograron sobrevivir.
También menciona a los dos choferes que fallecieron y dedica un capítulo especial al bailarín “César “Puchi” González que se salvó en el accidente pero un año después, peregrinando a Itatí junto a su madre, fue alcanzado por un rayo que puso fin a su vida.