“Con música de otro lugar"
Martes, 19 de febrero de 2013
“Con música de otro lugar"
Tras 40 años con la música, pide definir la identidad sonora como sucede en otras provincias.
Pide que el Estado fomente a los intérpretes locales. Rulo Grabovieski relata con simpatía que “tendría que empezar diciendo que yo nací como bailarín y no como músico, porque si bien mi papá era músico, yo a los 16 años agarré el acordeón por primera vez, y mucho antes fui bailarín del ballet ucraniano. Por eso siempre pienso en el que baila y no sólo en el que escucha”. Para Rulo Grabovieski, no son Los 4 Ases si el ritmo no invita a la danza, esa que ha tomado distintos matices a lo largo de cuatro décadas de trayectoria y se ha nutrido de diversas vertientes, pero que atesora la revalorización de los sonidos de su Apóstoles natal como principal objetivo.´
Atiende a El Territorio en el inicio de la “temporada baja”, que reduce la cantidad de presentaciones pero no las suprime. Y bajar un cambio le permitirá seguir trabajando en un nuevo disco: “Dentro de un mes vamos a ponernos a grabar y creo que para septiembre, para la próxima Fiesta del Inmigrante, vamos a tener el disco en la calle”.
Piensa en el evento obereño porque aunque su vida entera está en la Capital Nacional de la Yerba Mate, su música es patrimonio regional, y por eso mismo insiste en que Misiones necesita definir su identidad musical resistiendo “el avasallamiento” de las influencias de Brasil, al tiempo que estima como fundamental el rol del Estado, que debería apostar a los valores de la provincia en vez de traer “el número de moda”.
¿La agenda está cargada?
A partir de ahora los músicos decimos que comienza la temporada baja, porque después de los carnavales se respeta mucho la Cuaresma en la zona, de hecho tenemos alguna presentación en Buenos Aires, el baile popular que organizan las bailantas, también tenemos alguna presentación en la provincia del Chaco y también alguna fiesta privada en Paraguay y en Posadas.
Ya lleva cuatro décadas sobre los escenarios
Yo personalmente llevo 40 años, 38 años con el grupo y más de 35 años con el nombre de Los 4 Ases, porque cuando comenzamos no teníamos nombre, después decían Los Gringos, después Los Polacos, después Los Grabovieski, después usé el nombre de mi papá, que era Los Ases de la Alegría, hasta que cuando compré una batería y la mandé a pintar era un nombre muy grande y eran muchas letras, entonces le digo “póngale Los Ases”, y cuando estaba en la vereda el pintor me dice “¿cuántos son?”, éramos cuatro, entonces le digo “póngale Los 4 Ases, con número”, y a partir de ahí quedó.
El nombre surgió accidentalmente, pero con el tiempo cayó bien. A pesar de que identifica a cuatro personas, la única persona que continuó, aguantó todos los avatares, y mantuvo una línea fui yo, y yo hablo de una línea sin saber que lo era.
Cuando empezó a ver el camino que se le iba presentando con la música, ¿tenía algún tipo de planificación o fue dejando que las cosas fluyan?
Cuando empecé era un hobby, y hasta hace un tiempo fue así, nunca pensé que iba a ser una profesión. Por eso muchas veces en el escenario uso unas palabras: No me busquen de otra manera, soy así. Yo no estudié, no me preparé para esto, lo amo y lo hago como hobby, a pesar de que de un tiempo a esta parte lo tengo que hacer como profesión, porque antes tenía otros trabajos y una chacra, pero las situaciones de la vida hicieron que hoy siga haciendo música y por supuesto de forma profesional, pero nunca lo pienso así, sino que lo hago más como pasión.
¿Se puede vivir bien de la música en Misiones?
Es difícil. Nosotros todos los fines de semana tenemos fiestas, puedo decir “se puede”, pero es muy difícil. Lo que pasa es que yo sigo manteniendo el grupo histórico de cantidad de músicos, cada uno a su instrumento, el bajo, la batería, la guitarra, el teclado, yo el acordeón, y nunca podemos bajar de ocho personas en los shows, porque está el sonidista o el ayudante, y mi señora que está a la par nuestra cuidándonos, vistiéndonos y llevando la parte administrativa, entonces sí que se hace difícil para Misiones, y más aún cuando las cosas van cambiando vertiginosamente, como en estos tiempos, con los cambios de precios en poco tiempo. Por dar un ejemplo, hace poquito estuvimos tocando en un cumpleaños de 15 en Puerto Rico, nosotros llevamos todo, llevamos sonido, hasta el disck jockey... y el señor me dice “con usted hablamos exactamente hace un año y un mes, hemos hablado y nunca un contrato, una seña, nada. En ese tiempo usted cobraba tanto, y hoy le pregunto cuánto cobra, porque no hablamos más”, y le digo “¿vió cómo van cambiando las cosas? Pero a pesar de todo nosotros no podemos cambiar tan rápido como van cambiando los precios”.
Y si hay algo que yo siempre hago valer en Los 4 Ases es que el 99 por ciento de los contratos, salvo el compromiso con una municipalidad, con un ente, con un casino, que hay que firmar anticipadamente, los contratos los firmamos de palabra.
¿La gente que los contrata suele ser respetuosa de eso?
Hay mucha historia para contar en eso, fiestas que pasaron y por algún motivo yo todavía estoy esperando la parte que me corresponde. Esas son anécdotas que no hacen a la cuestión. Suele ocurrir cada tanto que no cumplan.
¿Y hay que bancársela nomás...?
Y sí, si es una fiesta privada, ¿quién se entera? Solamente el lugareño puede saber algo, pero nosotros muchas veces no somos lugareños porque venimos de mucha distancia. A veces en el medio nuestro más se sabe, pero es muy difícil. Pero a pesar de todo, en líneas generales quiero remarcar que con Los 4 Ases estos casi 40 años fueron ininterrumpidos. Nunca paré por nada, a pesar del laburo, a pesar de que por razones de otro trabajo particular tenía que viajar, no importa, siempre los fines de semana estoy dispuesto, o el día que sea. Y con respecto a los lugares, a veces repito que pueden contratarnos para que vayamos al patio de su casa, a la fiesta de su familia, o a la parroquia o fiesta popular del pueblo, o a un escenario tan grande como cualquiera en el que hemos estado y ahí vamos a estar tocando, porque el lugar es lo de menos.
¿Cómo fue variando la recepción de gente que conoce la música que hacen ustedes a chicos más jóvenes que tal vez no están tan imbuidos en lo que es la música regional?
Yo creo que porque todo cambió también a veces uno se va con una expectativa de no saber cómo lo va a recibir la gente, pero sin embargo hay chicos en muchos lugares... por ejemplo, un mes atrás estuvimos en Jardín América, en una fiesta de 15 años, y yo decía “¿qué vamos a hacer Los 4 Ases?”. Sin embargo, empezando por la música de la familia, que recordaban, los chicos también se divertían a la par, y a veces terminaban pidiendo algo como para decir “bueno, esto también es nuestro y también bailamos”, desde un corrido hasta un chamamé, por qué no un chotis, que en la región anda bien, por qué no un ritmo fronterizo, que a veces le tenemos que hacer bailar, sea el brasileño o el paraguayo.
Hace unos años usted decía en una entrevista que por la influencia de tanta frontera cuesta encontrar una identidad de la música misionera. ¿Cómo lo ve?
Yo sigo diciendo que la identidad nuestra se hace difícil porque tenemos el avasallamiento de Paraguay y de Brasil, más que nada de Brasil, por eso digo que recién cruzando el Chimiray, vayan a la provincia que vayan, podemos decir “vivimos en la Argentina como argentinos”. En Misiones somos misioneros pero con música de otro lugar, más que nada me refiero a la música brasileña, en la mayor parte de Misiones esa es la música que se escucha. A veces digo también que en Los 4 Ases nos presentamos y hacemos la música de Los 4 Ases en cualquier lugar del mundo, pero también si yo a mis músicos los dejo tocar qué música ellos prefieren, como se mama día a día la radio con la música brasileña, ellos la hacen y están en su salsa. Entonces, volviendo a Misiones, es difícil, cuando se le puede dar un poquito de lo que la gente quiere, le damos el ritmo fronterizo, pero al estilo de Los 4 Ases.
Un estilo que también lo va enseñando a la gente que estudia con usted
Yo nunca pensé que iba a tener alumnos, sin embargo, por esas cosas de la vida desde el año 2000 tengo alumnos, muchos de ellos ya están en otros grupos tocando, hasta ahijados musicales también. Yo enseño el teclado y el acordeón, y también la batería. Con el tiempo puedo decir que sin ser docente les enseño a interpretar esos instrumentos. Por año son como 50 alumnos, los chicos son inconstantes, a veces empiezan el año 20 o 30 en un grupo y terminan menos de diez. El que le gusta, el que lo siente, ese es el que continúa.
¿Le han planteado alguna inquietud respecto de ritmos que no son de la zona?
Sí, muchas veces, pero los chicos son respetuosos de la línea, y con la música de Los 4 Ases se pasan el año aprendiendo. Yo les digo “chicos, el día que ustedes sepan muchos temas de Los 4 Ases no van a tener problemas de entrar en cualquier ritmo, así sea de cumbia o de lo que esté de moda”. Porque a veces incluso un tema que me traen tratamos de sacarlo, para que no se vayan con las ganas, pero también les hago ver que cualquier música se puede sacar, ya sea con el acordeón o con el teclado con más razón.
¿Hay mucha diferencia entre tocar en una fiesta en Posadas y una localidad del interior?
Se marca una línea o un comienzo distinto. Por ejemplo, si estamos en la Costanera ya es más popular, en una fiesta en el interior donde son alemanes tenemos que arrancar con la música nuestra y de ellos, si hay más ucranianos lo mismo, pero un momento dado toda la música que está en nuestros discos la hacemos sonar, porque a veces con una palabra de por medio, porque todo vale, mirando la visita o al que está disfrutando de la fiesta, la invitación hace preciso el momento para el tema indicado, y ese lugar, a veces que es tan difícil, a veces hay que estar de saco y corbata, pero igual se puede bailar.
Con tantos años de carrera se habrá encontrado con gente que ve la música como más que una canción para bailar, sino que también es importante para su identidad
La vez pasada, estando en la provincia de Santa Fe había unos suizos valesanos, y por esas cosas hago un tema propio de ellos, se acerca un señor y me dice “usted me hizo recordar los lugares”. Ese es un caso particular, pero yo personalmente llevo sangre ucraniana, tengo muchos ejemplos y muchas vivencias de música de Los 4 Ases que lleva de vuelta a Ucrania, tal es así que además de familias que han llorado por recordar o por la nostalgia de aquel lugar, yo personalmente me estoy preparando con el ballet ucraniano de Posadas, el ballet Kolomeia, y vamos a hacer un viaje, un poco cultural y un poco turístico, en agosto de este año a Ucrania. Yo nunca fui, conozco por leer, un poco entiendo el idioma y la música por nuestra gran colectividad. Es una muy linda oportunidad, yo quisiera observar... incluso hay un tema que titulamos Pétalos de ilusión, no encontrábamos el nombre porque decíamos “cómo pasaron los años y cómo poder llegar un día a aquél lejano país y encontrar las cosas como estaban anteriormente”, y yo creo que la música es lo único, porque la gente no la vamos a encontrar allá, porque hoy ya hace 117 años que llegaron los primeros inmigrantes, por eso le pusimos Pétalos de ilusión, la ilusión de llegar algún día y encontrarnos con algo de aquello que nos trajeron nuestros inmigrantes.
Se va a traer unos discos, imagino...
Yo siempre he tenido material, y escucho, si bien no entiendo todo el idioma, no podemos hacer todo, pero eso sirvió para matizar un poquito al estilo de Los 4 Ases y para modelar los temas que seguimos preparando.
¿Y qué escucha Rulo Grabovieski en su casa cuando no está trabajando?
Sinceramente para no enterarme de lo que está pasando en el día, con la política y demás, hay días que estando en la sala de música o arreglando algo, les puedo sorprender porque la radio está prendida, pero estoy escuchando Radio María y a lo mejor me recé un rosario, aunque no soy un asiduo parroquiano. El mundo está tan convulsionado, mi señora me dice que tengo que tener más cuidado de la gente, y yo le digo “en el mundo hay mucha gente buena”.
Volviendo a lo que escucho, no escucho la música que salió ahora, porque a veces me doy cuenta de que pasa una década y un tema puede hacer tanto como puede hacer nada. Entonces prefiero evitar que se me manche de todo lo que anda, sino que sirva un poquito para el estilo que hoy terminó siendo de Los 4 Ases, porque yo no formé un estilo, sino que a través de los años ese estilo se hizo. Eso sí, siempre bailando si este tema puede servir para bailar, ahí sigo para adelante. Tenemos partes de temas hechos porque a lo mejor se puede dar lugar a otro instrumento a que se explaye, pero termina siendo un tema no bailable, y eso trato de evitarlo. Yo quiero seguir haciendo música que la gente escuche y baile.
¿Cómo se podría revalorizar la música regional y que vuelva a tener preeminencia?
Sin dudas que el Estado tiene gran preponderancia en la cultura. Si miramos el festival de Cosquín, de Villa María, de Jesús María, de Corrientes, yo digo que el Estado es el que nos puede llevar a lo que quiera, pero si yo pidiera algo, es que los músicos de la región y nuestra música se siga haciendo en la región. Por dar un ejemplo, las veces que fui a Salta, a Tucumán, a Santiago del Estero, al lado de la mesa se levanta una familia y porque está sonando una chacarera ya sacan el pañuelo y se ponen a bailar. Lo mismo pasa acá en la colonia con una kolomeika, o con un tema alemán o de música sertaneja, y lo mismo hacen los correntinos con el chamamé. Eso es lo que yo quisiera que ocurra, y si el mundo está cambiando, uno de los lugares que cambió es que antes íbamos a Buenos Aires, prendíamos la radio y sonaba música ciudadana, un tango, una milonga; hoy, salvo una o dos emisoras, eso no ocurre. Tienen que ver los medios, pero tiene que ver en el fondo el Estado; a veces el Estado hace actuar al número que sea del momento en las fiestas o en los actos. Si bien cada región va a seguir teniendo su música, no lo es masivamente.
Si hoy un chico nuevo empieza siendo disck jockey y no pasó por ninguna escuela, no mamó la música folclórica de la región, vamos a terminar siendo lo que manda el mercado.
¿Es muy caro comprar un acordeón y mantenerlo?
Es muy difícil tener un instrumento nuevo. Yo cuando me fui a Buenos Aires a comprar un acordeón de doble teclado, la gente de Anconetani me dijo “cuando usted toque este instrumento, no va a querer volver al que tiene ahora”, y yo adoraba el acordeón que tenía mi papá, pero desde entonces lo tengo como trofeo.
Los teclados electrónicos adelantaron mucho, y los acordeones no. Sin embargo, yo a veces veo en internet acordeones a los que le adaptaron la electrónica, hacen sonar lo que quieren, pero al acordeón hay mucho por sacarle aunque no sea electrónico. Porque lo electrónico aunque da mucho más, es limitado en el plus, en lo que el músico le puede sacar.
Chango Spasiuk, el patio y el inalámbrico
Hablar en Apóstoles de música es hablar del Chango Spasiuk, referente a nivel nacional cuyos primeros pasos lo encontraron con Rulo Grabovieski, en una relación que se mantuvo con el tiempo.
“Cuando él era chiquito una de mis hermanas, que se había casado, alquiló una casa al fondo de la casa de los padres del Chango. Él tocaba en su casa y lo corrían al fondo, eran terrenos largos, y ahí tocaba y mi hermana lo escuchaba. Yo puedo decir que él mamó mucho de la música de Los 4 Ases, porque cuando comenzábamos me pedían un violinista para un casamiento y yo lo contrataba al papá, y lo llevaba al Chango con él. Y cuando le compra el acordeón, él incluso quería tocar con nosotros y el papá lo mandaba atrás del escenario, para que no haga ruido. Él en sus charlas recuerda esa anécdota. Hace unos años tocamos juntos en Estudio País (programa de Canal 7), él en el estudio en Buenos Aires y yo en Misiones, y hace poco yo toqué para Vivo en Argentina desde la Cruz de Santa Ana, y a él le preguntaron y contó todo esto, y tocamos juntos a la distancia”, recordó Grabovieski.
Pero el vínculo tomó otro cariz con el correr de los años: “Chango pasó diez años malos cuando se había ido a Buenos Aires, entonces cuando venía además de su familia se refugiaba en nosotros, yo tenía un comercio y era el último auxilio de él. Por supuesto que después me retribuyó, el primer micrófono inalámbrico que yo tuve me lo regaló él, una noche tocábamos en una fiesta en Las Marías (en Virasoro, Corrientes) y él dice “me doy cuenta de que a partir de hoy si lo quieren tener en el escenario a Rulo lo van a tener que atar, porque no se va a quedar quieto”, y a partir de ese año aprendí a moverme en el escenario y no me quedé quieto, tuvo razón”.
Fuente diario El Territorio