Entre el abanico de artistas del Brasil que han pasado en la reciente Fiesta Nacional del Chamame estuvo
Luiz Carlos Borges. El músico estuvo en el anfiteatro y también participó activamente del Foro Chamamecero. “
Hay que estar cerca de la raíz chamamecera. Creo que culturalmente estoy más cerca del Chango y Raulito Barboza. Estoy cerca en su forma de hacer chamame”, deslizó el destacado acordeonista.
Por paulo ferreyrapaulo.ferreyra@yahoo.com.ar Luiz Carlos Borges estuvo toda una semana compartiendo mates y charla con amigos en Corrientes. Participó el martes 14 de enero en la Fiesta Nacional del Chamame y unos días después como panelista en el Foro Chamamecero.
“Es una maravilla esta gente, este público chamamecero. Cada vez que vengo, cada año que vengo, me apasiono más por la provincia y por su pueblo. Aquí en Corrientes me apasiono por la onda de la música, por el ambiente de origen de todas las cosas”.
“Estoy descubriendo – advierte Borges – que Corrientes es muy cultural. Antes recuerdo que yo venía para la fiesta, me encantaba estar en la fiesta, con la música chamamecera y ahora estoy descubriendo un poco más la ciudad y la provincia. La provincia es naturalmente e históricamente cultural, yo lo siento de esa forma”.
Cual fuente inagotable de energía, Borges sostiene que todo este ambiente lo “está ayudando con la música. Ahora percibo una conexión profunda con la música.
Siento en estos últimos 10 u 11 años que estoy más cerca de la raíz chamamecera”.
Consejos de Mercedes Sosa Es conocida la conexión que tiene Luiz Carlos Borges con la música Argentina. Su amistad con artistas es muy profunda y eso lo lleva a regar su música con nuevos matices constantemente. Después de su actuación en el Anfiteatro Cocomarola charlamos un rato y deslizó esta hermosa charla que una vez tuviera con Mercedes Sosa.
“Esto que voy descubriendo en el camino también esto debo decirlo es gracias a Mercedes Sosa. Una vez charlando con ella sobre su música, sobre lo que sucede con la música en Tucumán ella me dice un día.
- Borges, tenés que visitarme una vez que esté en Tucumán.
- Claro – le respondo – me tomo un vuelo desde Porto Alegre a Buenos Aires y desde Buenos Aires a Tucumán.
- No muchacho, me dice ella. ¿Qué vas a conocer en avión? ¿A vos te gusta manejar?
- Si me gusta manejar.
- Entonces – me dice ella – salí de Porto Alegre, en auto vas a conocer un poco más tu país. Anda por Argentina en auto y vas a conocer mucho más este país.
Ella me dijo eso hace ya unos quince años, desde entonces evito viajar en avión, salvo que sea otro continente o que este muy corto de tiempo. En esta región nuestra yo manejo y paro en todos lugares, compro artesanías, así se conoce a toda la gente. Por ahí veo aún hombre a caballo y paro y le pregunto si tal dirección queda para tal lugar – como para comenzar una conversación. Así se va conociendo el país”.
La historia es por demás enriquecedora y vaya si deja una enseñanza. Como si fuera poco Borges advierte que en el camino a veces charlando con alguno si no le gustaría escuchar su música. “Con todo respeto le pregunta a veces a la gente si no le gustaría que le deje un disco. Si le interesaría escuchar”.
“Está autorizado a tocar chamame” Es conocida la alegría y la emoción que embarga a los artistas que están presentes en la Fiesta del Chamame. Luiz Carlos Borges encuentra rápido las palabras para describir ese momento, “hoy fue la redención de mi comunicación con el chamame. Por lo menos de estos últimos 40 años con el chamame”
Borges a fines del 2012 cumplió 50 años con la música. Pero advierte que hace 44 que hace chamame, después que conoció a Raúl Barboza. Su amistad con él fue creciendo y además conoció a otros músicos como Antonio Tarrago Ros, Teresa Parodi, entre otros.
Hace ya muchos años – cuenta Borges – estando en Santo Tomé, “yo tendría 13 o 14 años Raulito Barboza me llama y me dice”.
- Ven Luisito, - me dice Barboza – Veni que te voy a presentar al señor del Chamame.
- (yo me quería morir – advierte Borges – Raulito me presentó a Ernesto Montiel)
- Por qué no tocas La Ratonera para Montiel – me dice Barboza.
- (Montiel se plantó frente a mí. Yo toqué La Ratonera que por suerte me salió bien ese día. Cuando terminé Montiel no me miró a mi sino a Barboza)
- Raúl – le dijo Montiel – este brasileño está autorizado a tocar chamame”.
Esta anécdota tan rico es una carta de presentación que guardo profundamente – sostiene Borges. Ese momento quedó grabado en él y también en Barboza que lo recuerda con aprecio.
“Nunca me olvido de buscar la felicidad” Cuando Luiz Carlos Borges cumplió 50 años con la música muchos homenajes y encuentros se produjeron. Entre sonrisas le pregunto cómo ha hecho para ser fiel a este matrimonio de tantos años, con otra sonrisa Borges desliza, “soy un marido muy sincero. En 50 años nunca se me pasó por la cabeza dejarla”, advierte y la felicidad llega a su rostro.
“Estos 50 años son parte de la vida en familia y con amigos. Mi papá tocaba la botonera, mis hermanos también eran cantantes. Después se fueron casando y dejando la música, sin embargo yo nunca dejé el acordeón. Debo reconocer que siempre hubo mucho incentivo en mi casa, mi papá me hacía tocar horas el instrumento para manejarlo mejor. Él me ha ensañado cómo comportarme como profesional de la música, me decía que toda profesión es importante, pero acá hay mucha bebida, mucha droga, es como caminar a la vera del precipicio, puede caerse en cualquier momento”.
Esos consejos de su padre Borges los guardó y los tuvo siempre presente. En marzo de este año el acordeonista está por cumplir 60 años de vida y con alegría sostiene ama lo que hace. “Hay que ser feliz. Hay que buscar la felicidad. Hay que estar atento para que el acoso de la tristeza, la melancolía, no te invada. Hay que ser feliz”. Esa es su receta para abrazar durante tantos años la música del litoral argentino.