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“La escultura le da vida a la madera”
Viernes, 27 de julio de 2012
“La escultura le da vida a la madera”



Julio Mac Donald

Julio Mac Donald trabaja constantemente en esculturas con pedidos que llegan desde distintos puntos del país y la región fronteriza. “Recuerdo que había hecho un San Antonio de Padua para mi pueblo, Mburucuya.  Vino un sacerdote a buscarlo y ni bien vio la obra me dijo - esta obra está humanizada”.   Julio realiza Esculturas de cuerpo entero y tamaño natural, alegorías escultóricas, bustos e imágenes sacras.  Los recuerdos se disparan en cientos de anécdotas. En esta charla íntima repasamos su vida y su mirada del arte.

 

 

Por paulo ferreyra

paulo.ferreyra@yahoo.com.ar

 

 

La vida en el pueblo tiene color, “el paisaje se pinta de verde”.  Julio Mac Donald confiesa que siempre ha sido un apasionado del dibujo. Se casó con Nora allá por el año 1981, vivieron mucho tiempo en Mburucuya.  Tenía una agencia de quiniela y un comercio, y aunque esos menesteres ocuparan gran parte de su vida sus pulsiones estaban volcadas al dibujo y el arte.

 

“Comencé a trabajar en el arte a los 30 años.  Era un poco grande y lo hice empujado porque sentía que debía dar ese salto”.  Julio cuenta que mientras se ocupaba del comercio pensaba que en algún momento todo eso iba tener que dejar.

 

Estando en Mburucuya se acercan a Julio para que los ayuden a realizar una carroza.   “Primero me enganchan con una cosa, después con otro y fui armando toda la carroza – detalla – y como si fuera poco después me piden para que arme otra carroza”.  Irasema y Pasionaria eran las comparsas de Mburucuya que contaron con el aporte del Julio Mac Donald.

 

El comercio comenzó a ahogar financieramente a Julio.  “Era de dar muchos fiados a quienes me pedían.  Pero no me gustaba después andar cobrando y pidiendo que me paguen.  Esos fiados llegaron a tener el valor de un auto en la calle”.

 

Después de su actividad con las comparsas de su pueblo Julio decide junto a su familia  y establecer en Corrientes.  Su esposa ya era peluquera y junto a una hermana pondrían un local en la ciudad capital.

 

“Mi relación con el chamame nace por las amistades que fui cultivando durante tantos años.  Aquí mismo hay una habitación que ahora ocupa Jorge Suligoy cuando puede y se queda en Corrientes.  Recuerdo que cuando vendimos todo en Mburucuya tenías un Fiat 600 y ahí se trasladaba Ricardo Tito Gómez que en casa o en el viaje componía las canciones de Marta Aquiles.  ¿Te das cuanta como se va mezclando todo?”

 

Estando en Corrientes Julio cambia radicalmente sus actividades.  Comienza a estudiar cerámica con una vecina que vivía a media cuadra de su casa.  Celia Cesáreo.  Ella misma es quien viendo sus cualidades lo incita a estudiar en el Instituto de Arte “Josefina Contte”.

 

Sobre el final de la carrera de Bellas Artes Julio abandona la carrera.  “No llegué terminar por la sencilla razón de que no tenía tiempo para estudiar.  Tenía mucho trabajo y quería dedicarme a cumplir con los compromisos que ya estaba asumiendo.    Además había logrado lo que buscaba que era aprender.  Después pensaba que no iba a ser docente y al decir verdad las materias pedagógicas me costaban mucho”.  La sonrisa vuelve en una confesión silenciosa, “lo mío es la escultura y no tengo vocación de docente”.

 

Julio estudio cuatro años y asimiló lo más importante del arte.  Pronto comenzó a trabajar y su primera escultura ya lleva 18 años de trayectoria, se trata de los Premios Taraguí.  Después llegarían los premios convivencia y en estos últimos años las estatuillas representativas del trabajador.

 

En la casa de Julio no hay escultura y cerámicas decorativas.  Algunos moldes aguardan en su taller las manos del paciente artesano.  Ahora su actividad esta a la corrientes de los distintos pedidos que llegan a su casa desde la ciudad, desde provincias vecinas o del exterior.

 

Son tantas las obras de Julio Mac Donald que sería difícil escribir y describir a todas.  Las historias que se tejen además en torno a la obra también se multiplican.  “Recuerdo que había hecho un San Antonio de Padua para mi pueblo, Mburucuya.  Cuando el sacerdote vino a buscarlo y se encuentra la escultura lo miró y me dice - esta obra está humanizada”.

 

 

“Me gusta leer historia”

 

Estamos sentados en su casa, aquí el clima es más confortante que la fría mañana correntina.  El sol riega con su luz este espacio y sólo por un momento su esposa deja sus actividades de la peluquería para ofrecernos algo.  Bebemos algo caliente, el grabador ya descansa porque la cinta se acabo hace un momento.  “Vivo de esto”, dice Julio pero su trabajo es el arte, sus manos recorren caminos insondables continuamente.

 

 

Julio ha hecho monumentos de Antonio Niz, Rubén Miño, Ernesto Montiel entre otros.  Cientos de imágenes religiosas dispersas por Corrientes y provincias vecinas llevan su nombre.  En Mburucuya Julio hizo el monumento  Antonio Niz y su amigo Carlos María Sánchez hizo Eustaquio Miño.  “Carlos comenzó de la misma manera que lo hice yo, apoyado por los afectos.  Hay un Belgrano que está bajo el Puente interprovincial que es obra de Carlos”, cuenta Julio.

 

En el mes de marzo se realizó un homenaje en Paraguay a la Batalla de Takuarí.  El gobierno de Corrientes trabajó junto al vecino país en este homenaje.  Julio fue el artista que realizó el monumento donde están representados el Tambor de Tacuarí, Belgrano y Cabañas.  “Me gusta leer historia.  Para realizar la imagen de Belgrano fue sencillo porque su figura está instalada en la sociedad.  Sin embargo en el caso de Cabañas se sentó un precedente pues no había imágenes de él.  Algunos libros mostraban fotos o dibujos pero todo era confuso.  “Tuve que imaginar como era el paraguayo Cabañas.  Es muy lindo volver a leer la historia”.

 

“La figura de Pedro Ríos está un poco más instalada. Cuando comienzo a ver la fisonomía de Pedro Ríos, el Tambor de Takuarí, descubro que los rasgos son europeos.  Las facciones de Pedro Ríos son europeas.  Sin embargo yo me imaginaba el chico típico correntino, mezcla de español y guaraní.  Entonces veo que no tiene rasgos correntinos, pero tuve que respetar esos rasgos porque esta instalada su figura”, confiesa Julio.

 

 

“La figura está en la madera”

 

Las manos de Julio Mac Donald están inquietas, se mueven a cada instante sin parar. “No tengo respaldo económico para hacer una obra particular que sea mía.  Algo en lo que puedo evocarme por entero. Hay que atender los pagos de los servicio de la casa y por ello realizo casi todo lo que me piden”.

 

Ante esta confesión le consulto si hay algo que esté dando vueltas en su cabeza y él no duda en responder.  “Hay cosas que quiero hacer en madera. No figurativo. Utilizando y aprovechando los recursos que te da la naturaleza. Trabajar con metal y madera, jugando un poco con las dos cosas.  Después alguna pintura tengo ahí pendiente. Se me fue dando por el lado de la escultura y sigo haciendo escultura, pero me atrae mucho la pintura”.

 

 

“Maderas Inalterables”

 

El trabajo con la madera lo apasiona al escultor.  “El río te trae la madera para tallar.  En la creación, en contacto con la madera, no sé como va a terminar.  No tengo una idea o un esbozo de lo que voy hacer.  Cuando entro a comer la madera, a devastarla, ahí va saliendo la figura”.

 

Para este trabajo directo con la madera Julio rescata maderas del río.  “Esas maderas están inalterables. No es lo mismo ir a comprar un trozo de madera o cortar un trozo del monte, esas madera necesitan un tiempo de estacionamiento porque si no después se quiebran.  Se abren. Se alteran. Se va trabajando la madera”.

 

“La madera que trae el río está trabajada por el tiempo y el agua.  Entonces vos tenés que saber trabajar esa madera, saber encontrar la figura que esta ahí.  Cuando tengo obras chicas voy a buscar al río y traigo lo que puedo.  Depende como este el río.  Esos pedazos de madera están viniendo de los ríos Pilcomayo, Bermejo, Paraguay.  Antes venía mucha madera de Misiones”.

 

Julio recorre la zona de los pescadores y Antequeras.  Como los ladrilleros también ocupan esas madreas Julio cruza el río hasta una isla que está más cerca del puerto de Barranqueras.  En ese lugar se encuentra “cosas lindas”, confiesa.  “Trabajar este tipo de madera es volverle a la vida, es como la madera del violín o la guitarra.  La escultura también le da vida a la madera”.




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