En una charla íntima así definió su presente
Bruno Mendoza. Lleva un vida más tranquila, apegado a su familia pero respirando con intensidad cada vez que se abre el bandoneón. Se encuentra preparando su segundo disco solista que saldrá después de Julio, hablamos desde su Pago de Laguna Limpia hasta el presente,
“estoy haciendo lo que siempre quise hacer, grabar mis cosas con mi criterio, puede ser mayor o inferior a lo que hice con otros pero ahí me muestro como soy”, dispara.
Por paulo ferreyra especial para corrienteschamame.compaulo.ferreyra@yahoo.com.ar Allá en Laguna Limpia Estamos sentados en el living de su casa y le cuento que sería importante hacer un repaso desde sus comienzos hasta nuestros días. Deseaba conocer en profundidad a
Bruno Mendoza. Él estaba un poco nervioso pero cuando recuerda a su pago de Laguna Limpia todo eso se desvanece. “Mi papá era un gran músico. Desde chico observaba como tocaba y esa misma energía me llevó a la música. Con mi familia vivíamos en el campo y mi papá no quería que agarre el instrumento, esto es algo que se repite en cada familia. Por suerte el tiempo nos da la razón a los hijos”.
Herminio Mendoza cuidaba mucho su instrumento advierte Bruno. “Cuando tenía seis o siete años – recuerda - papá se iba al pueblo y nosotros conquistábamos a mamá para que nos deje tocar el bandoneón. Ella nos permitía tocar, aprendimos juntos con mi hermana, a los dos nos gustaba el bandoneón y tocábamos un rato cada uno. Aprendimos dos o tres temas y un día le mostramos a papá. Se llevó una gran sorpresa aquella noche”.
“Cuando fuimos más grande papá nos sacó para que tocáramos con él en los bailes, fiestas de cumpleaños, casamientos y yerras. Tocábamos por la zona de la Laguna Limpia, en los campos y en las pistas de baile, en las colonias”.
En la casa de Bruno hay silencio, el grabador a un costado y el sol se filtra por la ventana de living, ya es media tarde. “De mis padres me ha quedo la calidad de personas que eran, muy humildes y dadivosas. No eran padres pegadores, en todo el tiempo que estuve con papá una sola vez me levantó la mano, pero esa vez fue santo remedio, y mamá nunca, ella hablaba mucho con nosotros. Mamá era una persona muy dadivosa, muy comprensiva con las necesidades del prójimo, aunque nosotros también éramos muy humildes económicamente, pero compartíamos lo que teníamos”.
Vuelve el silencio, me contengo antes de lanzar la siguiente pregunta y el retoma el diálogo antes de otro silencio. “El cariño que tenía mamá para con nosotros no se puede explicar con palabras”.
Abanico musical En aquella época en que Herminio Mendoza trabajaba como músico había que tocar de todo, además del chamame se tocaba polka, rasguido doble, tango, valseado, milonga, chotis, el vallon, el foxtrot, paso doble, todo tipo de música. “Se tocaba de todo, además mi papá era un músico excelente, el leía música y tenía muy bueno oído también. Aprendí mucho escuchándolo a él, porque él nunca nos enseñó nada, nosotros aprendimos solos, escuchándolo a él y después vinieron los discos de El Taita”.
Cuando Bruno Mendoza viene a Corrientes se instala en la casa de Cocomarola. “Cuando vivía con Cocomarola él tampoco me enseñaba, nosotros aprendíamos escuchándolo. “Él no quería enseñarnos,
ustedes tienen que aprender solos, nos decía. Toda la cultura musical que recibí la recibí escuchando, sin teorías, todo de oído”.
“Después siendo grande estudié música. Cuando me establecí en la casa de Cocomarola, cuando ellos me ofrecieron su casa. Había empezado a tocar con Coqui y sabía que era por un largo tiempo, entonces me dediqué a estudiar”.
Bruno tenía la imagen de su padre, bajo una pequeña luz, leyendo partituras en su casa. “Papá leía y tocaba. Esa imagen tenía y la tengo grabada en mi mente, desde muy pequeño pensaba que algún día iba a estudiar música. Se me hizo realidad cuando comencé a integrar el conjunto de Coquimarola, estuve con él 10 años, ahí me recibí de profesor de música”.
El recuerdo de su padre, Herminio Mendoza, y su madre, Lucía Fernández, sobrevuelan cada instante en la charla. Bruno dejó sus pagos para estar en Corrientes y ahí rápidamente consigue tocar con Coquimarola, conoce a Tránsito . Después de diez años con el hijo del taita vendrán otros diez años con Las Hermanas Vera. “Con ellas recorrimos las provincias de Chaco, Formosa, Misiones, todo el litoral. En tiempos de la cosecha del algodón se organizaban bailes y estábamos con mucho trabajo, corrían los años 60 y 70”.
Libertad En los años 80 se suma a un joven conjunto que había nacido en Mercedes, Los de Imaguaré. “Con ellos estuve 23 años. Con este grupo se realizaron giras por todo el país, nos recibían muy bien en cada lugar donde tocábamos. Todo lo que había aprendido musicalmente con Coquimarola y Las Vera lo apliqué en este grupo”.
Cuando Bruno dejó el conjunto de Los de Imaguaré no se conocieron en profundidad los motivos. Aquí tampoco queríamos hurgar esa historia, me detuve en algo que sí manifestó el bandoneonista en algunos medio, “quería disfrutar más de su familia”. Entonces el vuelve a esa sonrisa silenciosa y le preguntó
¿Cómo es su vida hoy en día tras su alejamiento de Imaguaré? Vivo con más libertad, en el sentido de que manejo mis tiempos. Cuando vos estas comprometido a un grupo como Imaguaré, o cualquier otro conjunto, vos tenés que estar listo y preparado para ellos. Se sale a tal hora para determinado lugar y hay que estar. Después para volver lo mismo, no se trata de su vos querés ir o no, hay que ir sí o sí. Si estás por tener familia, si algún integrante de la familia cumple años, hay que salir y se sale. Fin de año también tenes que estar afuera. Esas cosas son así, pero vivir cosas con la familia hace bien al ser humano. Ahora no significa que no extrañe el escenario de Imaguaré, con ese público que ama lo que hace el grupo, pero disfruto mucho este presente.
“La Púa” Bruno no recuerda bien algunos títulos de sus composiciones, pero ya tiene entre 130 y 140 temas grabados. “Creo que me acuerdo del título de cinco temas nomás”, sonríe. En cada oportunidad que sube a un escenario hoy como solista siempre le piden “La Púa”. Tránsito Cocomarola lo había invitado a grabar en su disco ese tema que luego se hizo famoso.
“Recuerdo que estaba en la casa de Cocomarola y el escuchó ese tema que estaba componiendo, entonces le gustó el tema y así fue que me invitó a grabar en su disco. Se hizo popular por el hecho de estar en el disco de Cocomarola y el tema ayudó un poco a que la gente lo quiera”, advierte.
Hoy en día Bruno no quiere tener un grupo estable. “No tengo grupo por la sencilla razón de que quiero disponer de mi tiempo. Donde me invitan a tocar como solista voy, cuando tengo un compromiso de actuación invito a algunos músicos para que me acompañen. Mi hijo también me acompaña a veces, él toca el bajo.
Por estos días quien también acompaña en alguna oportunidad a Bruno Mendoza es Fabio Acevedo. “23 años estuvimos trabajando con Fabio en Imaguaré. Nos une una gran amistad y además hoy trabajamos juntos en SADAIC, estamos siempre juntos”. También está Fernando Acevedo, “él toca muy bien la guitarra, ellos me acompañaron en la grabación del disco y ahora estamos grabando para lanzar mi segundo disco solista”.
¿Qué sintió cuando vio su primer disco solista en la calle? Uno no está conforme del todo con lo que hace, siempre algo le falta. Creo que el músico que grabó se da cuenta si falta algo o no. Pero estoy muy contento, porque es lo que yo siempre quise hacer, grabar mis cosas con mi criterio, puede ser mayor o inferior a lo que hice con otros pero ahí me muestro como soy.
¿Cómo será este segundo disco que está preparando? Grabé parte del segundo disco, el primer cambio que encontrarán será que es un disco con más temas alegres. El primer disco era para escuchar. Este también tendrá esos temas pero la otra mitad estará destinada para que la gente si tiene ganas de zapatear o dar un sapukái lo pueda ser. Mi intención es que salga después de julio.
¿Puede adelantarme algún tema del nuevo disco? Bueno ya grabé el tema nuevo que es “Atravesando surcos”, un título sugestivo, porque uno puede imaginarse cosas. En mi caso me acuerdo de mi época de chico viviendo en el campo cuando cosechábamos y carpíamos en el campo, ahí abríamos surcos. Otros pueden pensar en los surcos de la vida.
Vuelve la sonrisa y así es como termina esta charla, con una sonrisa. Esa libertad con la que vive hoy Bruno Mendoza la permitió recostarse en su sillón y sonreír sin dobleces para foto. “Vivir cosas con la familia hace bien al ser humano”, confiesa y está claro que lo disfruta en gran medida.