Desde la Sucursal del Cielo Emotivo tributo al Rey del Chamamé
Jueves, 19 de abril de 2012
Desde la Sucursal del Cielo Emotivo tributo al Rey del Chamamé
El momento más emotivo de la tradicional evocación a Tarrago Ros frente a su mausoleo que guardan sus restos en nuestra ciudad estuvo signado por las expresiones de las señoras Raquel y Mabel Benítez, hija del recordado Gorgonio Benítez quien incitó al Rey del Chamamé a abrazar la senda musical.
Esto sucedió a modo de evocación, donde anualmente quienes protagonizaron momentos importantes de la vida del artista, lo hacen abiertamente y con absoluta libertad. La ceremonia comenzó con la colocación de una ofrenda floral por parte de los amigos, el gobierno y el pueblo de Curuzú Cuatiá, tras lo cual se realizó un minuto de silencio y luego de las palabras de las hermanas Benítez los músicos presentes realizaron la tradicional interpretación musical de “Madrecita” que en esta ocasión se le dio prioridad a Lucas Barrios que con tan solo 10 años lo hizo con mucha fluidez. “…Tamaña responsabilidad recayó en mi esta vez recordar al gran maestro del chamamé don Tarrago Ros a 34 años de su partida terrenal. Fue el mejor amigo de mi padre, que en vida fue don Gorgonio Benítez, empleado de la Barraca de cuero de la familia y donde además vivía.
De día Tarrago se dedicaba a sus tareas y de noche se reunían a componer versos, hilvanar notas musicales en sus dos hileras y luego salir de serenatas junto a otros músicos amigos. Al regresar si no había algún convite la salvación era recalentar la comida del mediodía en la ollita de tres patas y se comían hasta el yaré, o sea la raspa, el quemadito que se forma en el fondo.
Luego él –por Tarrago- hace un viaje a Buenos Aires y a su regreso forma un grupo musical, actúan en diversos lugares y el presentador y glosita era mi padre. Interpretando ese ritmo alegre dentro y fuera de la ciudad e hicieron unas giras con las que llegaron hasta el Uruguay.
Pasaron los años, se radica en Rosario –lugar hasta donde mi padre no lo pudo acompañar-, el amor pudo más y formó una familia. Allí formó otro conjunto, conoció otros músicos y años más tarde regresa y los integrantes se hospedan en casa. Así conocimos a don Raúl Albornoz, Fernández, en otras oportunidades Gregorio de la Vega, Andrés Cañete, por citar algunos.
Deja de venir por algunos años, sus múltiples actuaciones lo impedían, sabíamos que el éxito y la fama era una realidad. Una buen día tuvimos la noticia que venía a cumplir una gira por éstos lugares, mi padre se puso contento, preparó la casa para recibirlo, compró asado, vino y demás y al atardecer llega el gran Rey del Chamamé, don Tarrago Ros y su conjunto. Se funden en un abrazo, se miraron, conversaron y hablaron y así pasaron horas con mi padre porque era tan grande esa amistad que al verse fue como nunca se hubiesen separado. Mientras comenzó a colocar en la parrilla unas tiras de asado y luego de haber cenado todo llegó Don Gualberto Panozzo y otros señores y le dijeron a Tarrago que lo estaban buscando por todas partes y el respondió ¿porqué no me buscaste aquí primero?, lo que resume todo lo que sentía por nuestro padre.
El año 1.973 fue muy duro para las dos, primero la enfermedad y luego la muerte, en julio partió a la tierra sin mal mamá y cinco meses después papá dejándonos solas y como cosas de la vida.
Al enterarse don Tarrago nos envió sus condolencias, para él también fue un golpe la partida de su amigo, al año siguiente vino a Curuzú y en la estancia de don Aníbal Callaba nos hizo escuchar por primera vez “Adiós Gorgonio”, fue una mezcla de alegría y tristezas escucharlo, Gregorio de la Vega no se animó a cantarlo porque se consideraba un amigo pero si lo hizo Oscar Ríos. Esa misma noche Tarrago nos manifestó que quería comer un locro en nuestra casa, ya estaba de novia y le manifestamos que la casa está dispuesta para recibirlos y atenderlos. Esa vez fue un locro, otra vez un chicharrón, un pirón y otras comidas típicas que acostumbraba a degustar cada vez que venía a casa. Lo que nunca se enteró que para mi fue el primer locro de mi vida, nunca lo había hecho, solamente veía cuando lo preparaban, entre las dos cocinamos y salió exquisito y hasta nos felicitaron.
Espero esto haya sido del agrado de todos ustedes, solamente quise compartir pequeñas anécdotas vividas junto al Rey del Chamamé don Tarrago Ros que no ha muerto, vive en la memoria de cada uno de nosotros, en cada músico que sigue su senda como Lucas y los consagrados. A todos muchas gracias por organizar esto. Nosotras estamos inmensamente agradecidas. Tarrago Ros, el gran Rey del Chamamé, vive”.
Seguidamente su hermana Mabel interpretó su poema dedicado al homenajeado.