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Se fue el gringo
Jueves, 26 de enero de 2012
Se fue el gringo


A los 60, murió ayer Miguel Ángel Monzón. Tuvo una salud débil. Fue gloria del folclore.   El 25 de enero quedó escrito como el último día de Luis Ángel Monzón. Uno de los músicos “más virtuosos” que tenía la provincia de Misiones, definió el Chango Spasiuk.  “Es de los más inteligentes”, advirtió Antonio Tarragó Ros.

 

Fuente Territoriodigital.com

 

Monzón fue uno de los artistas  misioneros que más vendió discos en la década del ochenta.  Además de ser compositor, el acordeonista rescató antiguas canciones, aquellas que escuchaban los pioneros de Misiones y que fueron plasmadas en discos como Gringo guaraní, en el que grabaron Teresa Parodi, Ramón Ayala, Isaco Abitbol, José Vicente Cidade y muchos más. Pero no era sólo un compilador, sino que hacía exquisitas versiones.
Grabó siete discos y hace más de una década dejó la música porque la diabetes que padecía afectó  sus articulaciones.


Monzón murió cuando el reloj aún no marcaba las 17 de ayer, en el Hospital Ramón Madariaga, donde estaba en coma farmacológico desde la semana pasada.  Afectado por la diabetes, Monzón ingresó en varias oportunidades al hospital y por más de un mes. Por último, los médicos habían advertido lo peor: “sólo un milagro” lo salvaría. 



Es que tenía una grave infección que terminó complicando su salud. Murió de un paro cardiorrespiratorio. Su última intención era la de ser cremado. Por eso hoy será velado en la sala Caramuto (de 8 a 18) de Posadas, en la calle Santiago del Estero. Luego, su cuerpo será trasladado a Corrientes, donde será cremado.

 

Recuerdos del acordeonista


Conmovido por la triste noticia, el correntino Tarragó Ros dijo que Monzón “era brillante, un cerebro. Por eso, cuando apareció en el chamame me puse del lado de él. Era inteligente, lindo de todas maneras. Esa enfermedad (diabetes) lo sepultó”. El acordeonista contó que “componía con él, escribía con él” y que “en política estábamos siempre del mismo lado”.

 

Sobre la personalidad de Monzón, Tarragó Ros indicó que “era muy puro, muy anarco. Porque no negociaba. Era especialista en derecho autoral”.
Cuando hace más de una década Monzón abandonó la música, Tarragó Ros envió un acordeón de regalo para que el misionero siguiera tocando. Lo hizo por un tiempo, pero luego dejó el instrumento que hoy conserva la familia.


El Chango Spasiuk es un gran admirador de Monzón.  “He construido mi música escuchándolo”, confesó. A los 14 años, el Chango grabó por primera vez y fue con Miguel Ángel.  La canción “Casamiento ucraniano, en su versión, la recopilamos juntos”, recordó el Chango sobre la obra que luego grabó en su disco Polcas rurales.


“Fue el mejor intérprete que ha tenido el schotis”, señaló el Chango. “Fue muy interesante su manera de ver la música del Litoral, su manera de interpretar el chamam2”.  Monzón “tocaba una parte con acordeón verdulera y otra con el acordeón más grande. Era muy virtuoso. Tenía un gran dominio de ese instrumento”, añadió.


Como Tarragó Ros, el Chango recordó cuando Monzón tocaba el acordeón, llevando el instrumento sobre la espalda y entre las piernas, brindando un espectáculo único.   “No estamos hablando de un simple intérprete del acordeón”, advirtió el Chango. “Tuvo una gran trascendencia nacional en el sentido de venta de discos. Y de cómo ha cortado tickets en Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Santa Fe”.  El Chango reconoció que “después de él y Blas Martínez Riera hemos quedado bastante huérfanos”.

 

Hormigueo en los dedos



Nacido en Eldorado, Monzón vivió sus últimos tiempos en Apóstoles pero también fijó residencia durante mucho tiempo en Posadas.  Aunque con sus padres - y siendo pequeño- residió además en Concepción de la Sierra. Fue en Capilla Cué, lugar al que el artista le dedicó una canción.


El apellido real de Monzón era Barchuk.  Ocurrió que el sello discográfico en el que comenzaba a grabar sugirió cambiar su apellido.  “¿Un tal Barchuk y que toca chamame? Así no vas a vender nada”, le habrían dicho. Entonces casi sin pensar ni saber bien por qué se le ocurrió “Monzón”. Pero su historia con el arte comenzó a los 10 años. Su padre había vendido un automóvil y como parte de pago recibió un acordeón. El instrumento cayó en manos del pequeño Miguel Ángel.


Comenzó sus clases con su tío Hilario Spasiuk, quien advirtió que los dedos del niño estaban demasiado rígidos para los botones del instrumento. 
“Para aflojarlos tenés que meterlos en un hormiguero”, había bromeado el tío Hilario. Pero Miguel Ángel tomó la recomendación al pie de la letra, metió sus manos en un tacurú y se dejó picar por las hormigas.



Con su talento reconocido y tras haber movilizado bailantas en medio de cosechas de yerba, té o tabaco, Monzón fue reconocido en Cosquín y Laborde (Córdoba).  Separado desde hace más de veinte años, Monzón tuvo dos hijos: Lucas Ariel y Rocío Noelia. El músico misionero era el mayor de cinco hermanos. Monzón tiene otro hermano músico: Agustín. El acordeonista Ricardo Cacho Barchuk es su primo.



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