Como el roció que va humedeciendo nuestro ambiente, hemos creado a lo largo de estas semana una serie de reflexiones sobre el chamame y su entorno. Movidos por el Encuentro Regional de Arte Folclórico del Litoral, rumiamos y analizamos cuestiones ligadas a la danza y la música de esta tierra. Hoy cerramos con palabras de
José Luís Castiñeira de Dios,
Gabriel Cocomarola,
Adly Balestra y el
Chango Spasiuk.
por paulo ferreyrapaulo.ferreyra@yahoo.com.ar Los niños a medida que creen se convierten – por momentos – en los mejores periodistas del mundo. Pues nunca están satisfechos con las respuesta que les damos, siempre vuelven a preguntar por qué, cuándo, cómo, dónde y esa lista interminable de cuestionamientos que nos hacen. Pues aquí abrimos una serie de conceptualizaciones que nos pueden ayudar – o no – a brindar respuestas de la talla de qué es el chamame, cómo es el chamame, dónde estamos parados con el chamame.
Aldy Balestra tomo el micrófono y comenzó analizar el chamame y su mercado discográfico. “Creo y estoy convencido de que el chamame no es una moda, el chamame va a estar siempre, porque vive con la gente, es el aire, es la manera de respirar, es la forma de caminar y de andar por la vida. En el interior por lo menos el folclore no es moda”.
“En la actualidad hay un grupo que hace chamame de una manera tradicional, son los menos, - apunta Balestra. Lo tradicional está en la bailanta, en los festival y en el conurbano bonaerense, lo grandioso que son las bailantas chamameceros por el conurbano. Este grupo son lo menos, creo que no se le da valor a los grandes como Úbeda Chávez, Octavio Osuna, Gregorio de la Vega, Gregorio Molina, Tilo Escobar, me voy a quedar corto nombrando a todos.
Existe una gran cantidad de músicos que rescata lo que se hacía hace tiempo atrás. Después están las piezas únicas como Antonio, Teresa, Chango, Mario Bofill, son piezas únicas. No pertenecen a un movimiento, les guste o no, son ellos. Tiene su asidero y son parte de la gran cultura.
Después esta el movimiento joven, del cual soy parte en gran medida, que vino en los 90, folclore joven que no coincido con ese concepto. Con el Trío Laurel buscamos una estética comunicacional diferentes, tuvimos nuestra críticas al comienzo y después ya no. Nosotros buscamos una actitud diferente. Rudi y Nini Flores hicieron un quiebre en la música. Después están las cosas nuevas que no sabemos a dónde van a ir”.
La mesa debate estaba conformada por
José Luís Castiñeira de Dios,
Gabriel Cocomarola,
Adly Balestra y el
Chango Spasiuk. El moderador de la mesa era uno de los referentes de la cultura del litoral,
Miguel López Breard. La exposición comenzó con Castiñeira de Dios hablando del chamame dentro del folclore nacional y la industria discográfica, continuó Aldy Balestra y posteriormente Spasiuk.
Con el micrófono en mano, el
Chango Spasiuk rescató en primer término las palabras de Castiñeira y puntualizó rápidamente sobre la industria discográfica y el chamame. “El mercado excluye o integra en la medida en que el chamame venda. Grandes compañías multinacionales comieron gracias a Tarrago Ros, Montiel, Transito, grandes vendedores de discos. Los directivos seguían invirtiendo el dinero en desarrollar otro tipo de estéticas, tras una histórica subestimación de la música del litoral.
No les interesaba desarrollar esta estética del litoral porque les deba vergüenza, una vergüenza construida sobre una profunda ignorancia que creo que es la bandera del país es este último siglo. La ignorancia en el sentido de un profundo desconocimiento de nuestra historia y de la riqueza de la diversidad que tenemos.
Es inmensa la riqueza sonora que existe en cada región del país. Hay pocos lugares en el mundo que tengan un abanico sonoro como tenemos en Argentina.
Me parece que el mercado corta y cierra la puerta de la música – advirtió Spasiuk - esa gente no está formada. Invierten el dinero que le generaron los referentes chamameros en otros tipos de estéticas que a la larga no le generaron ninguna regalía. Es más, los chamameceros venían a grabar en uno o dos días y casi en el orden que iban a ser editados sus discos, con muy bajos costos pero de mucha calidad. Sin embargo a la hora de las ventas siempre se imponían. Esto ha pasado con el chamame, lo que queda del mercado – de la industria discográfica -
tiene una deuda con el chamame. “Cabe agregar que encima que les han dando de comer durante muchísimo tiempo todavía, hoy después de muertos, los músicos siguen penando pues sólo se editan sus grandes éxitos cuando la obra de Montiel –por ejemplo – es extremadamente grande”.
Con respecto al chamame, tras esos silencios que son propios de Spasiuk, buscado palabras vaya uno a saber donde, advirtió que tiene un punto de vista muy particular sobre el tema. “El hombre tiene una mirada muy subjetiva de lo que cree llamar la realidad. Entonces hay muchos que describen la realidad de una manera muy buena pero sigue siendo subjetiva. Creo que uno puede pararse sobre lo que han dicho y escrito los demás, qué es el folclore, pero no debemos dejarnos de preguntar y hurgar en lo que le puede faltar a esa lectura que han hecho los demás”.
Hay un historiador como Vega que tenía una postura muy infantil sobre el chamame, lo veía como una polca europea tocada en 6 x 8, no tenía la menor idea de lo que era el chamame. Esta bueno respetar el trabajo antropológico de mucha gente que se metió a estudiar el asunto, escribir o grabar, pero me parece que es de una absoluta inrresponsabilidad de la juventud tomar esos elementos como absolutos. Hay que madurar y elaborar un punto de vista nuevo. Eso es fundamental”.
En cuanto al concepto de chamame Spasiuk manifestó que “lo que yo llamo chamame es el mundo sonoro del nordeste Argentino, lo que hay entre el Paraná y el Uruguay, lo que hay entre el sur de Brasil, parte de Paraguay, una región como las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, el gran Buenos Aires, es un región que durante siglos convergen un montón de hombres, situaciones y elementos. Una pequeña síntesis de todo eso se expresa a través de un mundo sonoro. Ese mundo sonoro podría llamar chamame. Esto perdura porque es la expresión de las personas que habitan este lugar, no porque el mercado se ocupo de ellos. Lo más importante esta en el corazón de las personas, hay algo que vive en el corazón del que recibe, del que saborea y del que lo toca a su manera. Esa expresión sonora que uno podría llamar chamame. Creo que hay mucho para poner en la mesa, para enriquecer nuestro punto de vista y para enriquecer nuestro propio mundo interior”.
Sobre el final, y para no extendernos demasiado, dejamos una síntesis muy apretada de lo que nos han dejado las palabras de Gabriel Cocomarola quien rescató desde un comienzo el trabajo musical que hicieron “nuestros mayores”. “Hay que trabajar con respeto la música – manifestó – Parado sobre la tradición podemos comenzar a escribir y proponer nuestras cosas. En lo personal uno no quiere sonar igual a otro, pues por ejemplo siento una gran admiración por lo que hace Rudi Flores, pero cuando me pongo a tocar trato de aprender todo lo bueno que nos han dado en la música. El crecimiento de nuestra música depende de cada artista en formarse, trabajar y estudiar mucho”.
Entre las muchas definiciones que ha manifestado Castiñeira de Dios nos quedamos con esta que es clave en nuestro litoral. “La cultura nos llega por el oído, la vista no hace más que acomodarse a lo que nos cuente el oído. Por eso la música es una fuente de conocimiento. Aquí tenemos el chamame que se baila y se canta, eso sucede en la Fiesta del Chamame, entonces son los cuerpos los que festejan, esto es un valor muy grande. Hoy sucede algo extraordinario y es que los músicos están estudiando música, esto convierte al chamame en una música en constante desarrollo. Como dijo Gabriel, esto está creciendo, se expresa con mayor libertad y hay una generación que está dispuesta a escribir cosas importantes dentro de este género”.