Nació en Manantiales, dpto. de Mburucuyá, cuna de los talentosos correntinos. Dice que esculpir es para el una manera de descargar emociones, sentimientos, todo eso que un artista siente cuando un obra va tomando forma, va cobrando vida. En 1986 vino a Corrientes, con una valija cargada de sueños, y en plena madurez de su vida decide que su arte debía acompañarse de otros conocimientos haciendo caso de los consejos de la ceramista Celia Cesáreo ingresa al instituto Josefina Contte y ya con su título de docente en Artes Visuales se decide por la escultura.
La provincia de Corriente, en casi todos sus rincones luce alguna alguna obra de este genial escultor correntino. Galardones, estatuillas, monumentos, pero se siente especialmente orgulloso de haber instaurado la modalidad de homenajear a personas destacadas de nuestra comunidad que aún viven con algunas de sus obras.
Es larga de enumerar la lista de sus creaciones, en varios ordenes si se quiere ya que la imaginería religiosa lo cuenta entre uno de sus principales forjadores de la actualidad, como la imagen de San Pablo en la iglesia de Mburucuyá, Santa Cecilia, Virgen María Auxiliadora, Virgen de la Misericordia. En el mundo chamamecero ha inmortalizado las imágenes de Nicolás Antonio Niz en Mburucuyá, Rubén Miño en Bella Vista, Blas Benjamín de la Vega, Ernesto Montiel, un mural increíble luce en su entrada el Anfiteatro de Mbrucuyá con la imagen de Tito Miqueri, y recientemente retrato para siempre la escultura de Ricardo Scofano que quedó a orillas del río en Bella Vista.
El reconocimiento a un artista tan talentoso cuesta llegar, sus obras están en todas partes, pero no siempre se tiene en cuenta su esfuerzo y sobre todo esa calidad increíble que trasunta a sus obras. Guarda con dolor algunos reproches, como la falta de atención y cuidados que deberían tener los monumentos de nuestra provincia, no solo los suyos, sino todos los que engalanan algunas calles, plazas, y esquinas mostrando que somos un pueblo que admira y cultiva el arte en todas sus formas. Cuando cada año nos acercamos al Anfiteatro Cocomarola para disfrutar de nuestra fiesta mayor , vemos con tristeza como aquella obra que era como un recibimiento cálido, camino al coliseo, allí en medio de la avenida, representando al chamamé con algunos rostros exquisitamente cincelados, de Ramona Galarza, Pocho Roch, Romero Maciel y Marily Morales Segovia hoy están destruidos y abandonados. Julio Mac Donald sueña con verlos renacer y … nosotros también!
Revista Corrientes es Chamamé - IX edición - Año 2010 -