Poema de Martín Alvarenga
Chamame
El Chamamé "es como el viento. Sopla adonde quiere". No necesita mordazas ni cepo porque su libertad es la esencia del imaginario popular del trópico sur. Su apertura es noble y profunda como la mente y el corazón de todo arte genuino. El Chamamé embriaga y se declara soberano, por la íntima y sencilla razón de que no nació para que le pongan fronteras ni muros ni alambradas. Nació para que volemos adonde nadie llega, a excepción de aquéllos que carecen de orgullo y humildad. (Martín Alvarenga)
Chamamé, palabra-alma,
desde el origen de los tiempos;
nace de la poesía y la plegaria,
del grito y el silencio.
Raíz del insomnio y el sueño,
música que abraza
lo hispano-amerindio
y lo afroamericano
en la comunión y el trance,
en el baile y el canto,
en la rutina y el ensueño.
Se lo escucha bajito
en una reducción jesuítica
y en el tam tam afro
que recrea el latido
del monte y la lujuria,
el pulso del fuego
y el bullicio tímido del agua;
sakupay afrodisíaco y divino,
entre la tragedia y el júbilo,
entre la piedad y el desenfreno.
Chamamé, te quieren definir
pero te resistís indomable
teniendo el sentimiento
de tu libertad insospechada.
Te quieren condenar
a que no experimentes
con tus incontenibles sueños,
con tu arrebatadora fantasía.
No advierten que tu furia interior
está hecha de tradición genuina
y hambrienta innovación,
de búsqueda sin retorno
tras la Tierra Sin Males.
Todo el universo en tu destino,
siendo una parte humilde
de la excelsa creación.
Música salvaje y refinada
que vuelve a sus orígenes
sin abandonar el camino
de los horizontes aún desconocidos.